Christophe Boutin es profesor de derecho público en la Universidad de Caen. Últimos trabajos: con Olivier Dard y Frédéric Rouvillois, Diccionario del progresismo (Le Cerf, 2022); con Frédéric Rouvillois, El referéndum o cómo devolver el poder al pueblo (La Nouvelle Bibliothèque, 2023).
Las lecciones que se pueden aprender de la marcha por la República y contra el antisemitismo de este domingo 12 de noviembre se refieren en última instancia más a los debates que la precedieron que a su escala. Afortunadamente, no es nada sorprendente que se esté produciendo una fuerte movilización en torno a los valores a los que se adhiere la gran mayoría de los franceses. Sin embargo, la necesidad de tener más en cuenta la realidad en la política podría llevar a clarificaciones… y por tanto a hacer política de verdad.
Porque la realidad ha regresado en los últimos días en tres niveles. El primero es la valoración del Rally Nacional. Para muchos de nuestros conciudadanos, el RN es Marine Le Pen, que afirma su propia línea política desde hace veinte años, y Jordan Bardella, al frente de esta formación desde hace seis años. Las condenas de Jean-Marie Le Pen se remontan a treinta años, para algunos a la edad de sus padres, y a la creación del Frente Nacional hace cincuenta años, a la de sus abuelos. Excluir al partido hoy de un arco republicano al que naturalmente pertenece el creciente número de sus representantes electos supondría, por tanto, una situación actual que lo justifica, cuando nada en su funcionamiento actual lo permite.
En su notable ¿Quién es el extremista? Pierre-André Taguieff enumera las condiciones acumulativas y objetivas para pertenecer a la extrema derecha como categoría política: “el uso efectivo de la violencia con vistas a tomar el poder, el proyecto explícito de instaurar una dictadura […] y la existencia de un programa que comprende medidas consideradas xenófobas, racistas y antisemitas y, más en general, injustamente desiguales y discriminatorias. Por lo tanto, está claro que la RN hoy cae mucho más en la categoría de derecha populista que en la de extrema derecha.
El segundo plan de retorno a la realidad se refiere esta vez al tipo de amenaza antisemita en la Francia de 2023, una amenaza que continúa progresando, mucho antes del ataque de Hamás y de la respuesta israelí, y que podría haber llevado a algunos franceses Los judíos deben emigrar y otros deben tomar precauciones para vivir su fe con normalidad o sentirse seguros. ¿Es obra de nostálgicos camisas marrones que preparan una nueva Kristallnacht? Una vez más, los hechos son testarudos: los actos antisemitas asesinos cometidos en Francia en los últimos años han sido cometidos por individuos comprometidos con las tesis del islamismo radical, y el antisemitismo difuso que respiramos no se distribuye equitativamente entre las diversas poblaciones. presente en nuestro territorio.
El tercer plan realista se refiere al deseo de utilizar las luchas nacidas en el extranjero en la política interna, importando o acentuando las divisiones, en una lógica tanto de ruptura como de electoralismo. ¿Quién en 2023 debilitará aún más la unidad de nuestra República? A nadie se le escapa que esta ha sido la elección de Jean-Luc Mélenchon desde el inicio de esta crisis en Oriente Medio, hasta el punto de negarse a participar en esta marcha que, para él, reunió a «amigos del apoyo incondicional a la masacre», del mismo modo que nosotros, en su caso o en el de algunos de sus parientes más cercanos, no podríamos haber pasado por alto las ambigüedades de su «antisionismo».
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En este contexto, retomar los viejos esquemas de un autoproclamado “arco republicano” que permitía a sus miembros excluir a tal o cual formación mediante un “cordón sanitario” y reivindicar una postura moral reactivando el espectro de la amenaza de extrema derecha. derecha -o, al menos, la de la doble amenaza «de los extremos»- sólo podría parecer totalmente alejada de la realidad. Si la política se nutre de mitos, los actores deben seguir siendo creíbles, y cuando una clase política, cuyas encuestas, una tras otra, nos muestran el descrédito en que la tienen los franceses, niega la realidad para construir un teatro de sombras, Sólo puedo bajar un poco más.
¿Pero qué presenciamos? Que el Primer Ministro, escudriñando los riñones y los corazones, considere que la presencia de la Agrupación Nacional “no engaña a nadie”, cuando el 59% de los franceses consideraba que negarse a marchar junto a ella era un error, refleja un sentimiento que está en menos diferente de lo real. Que un Olivier Véran pueda creerse legítimo al presentarse como árbitro de la elegancia democrática y al entregar patentes de respetabilidad dice mucho sobre las fallas de la comunicación gubernamental. También es revelador que un modesto silencio por parte de los políticos acompañara la negativa del Consejo Francés de la Fe Musulmana a participar en la marcha alegando que no se mencionó la islamofobia.
Como siempre en estos casos, la realidad se venga. Al negarle primero a Marine Le Pen un lugar entre otros políticos, los organizadores le permitieron afirmar su singularidad. Sans doute pensaient-ils ainsi éviter de la légitimer, mais encore faudrait-il être certain qu’être vu entre trois anciens politiques largement démonétisés et deux «jeunes pousses» inconnues apporte quelque chose à celle qui a été deux fois au second tour de l ‘elección presidencial. Al negarse entonces a definir claramente a este enemigo que hace del antisemitismo, en 2023 en Francia, parte de su programa, la clase política corre el riesgo de parecer que se limita a una manifestación muy formal cuya eficacia quedará por demostrar, así. de las habituales “marchas blancas” que lamentablemente marcan nuestra vida cotidiana después de la violencia.
Sin embargo, podemos esperar que los políticos reconsideren algunos de sus discursos sobre su propia legitimidad, debido a su contraproductividad. Teniendo en cuenta sus opciones actuales para juzgar el lugar “republicano” o no de tal o cual formación política, o los actos criminales registrados para definir las respuestas necesarias, esta es sin duda la única política realista que permitiría conciliar los franceses con quienes los dirigen. Con un poco de suerte, tras hacer balance de una semana de vacilaciones y dilaciones, también habrá un “antes” y un “después” en este ámbito de la marcha del 12 de noviembre.