Musa del Swinging London, la edad de oro de una Inglaterra radiante que exportó a los Beatles, Twiggy y la reina Isabel II (por nombrar sólo algunos) a los cuatro rincones del mundo, Mary Quant popularizó el look de la Chelsea Girl, jovencita en el viento, con piernas largas como un día sin pan, en su minifalda de colores. “Hay que tener claro este punto, y la propia Sra. Quant lo tiene claro: ella no inventó la minifalda, precisa Stéphanie Wood, co-comisaria de la exposición “Mary Quant” en 2019. Se inspiró en la juventud, de esta animada y diversa escena cultural en el distrito de Chelsea”.
En 1955, en su pequeña tienda, alegremente bautizada como Bazaar, en King’s Road, la guapa pelirroja de corte Vidal Sassoon vende sus alegres y frescas colecciones como reacción a la penumbra y austeridad de los años de posguerra. “La alta costura parisina reservada a una élite reina entonces sobre la moda. Mary Quant destaca este prêt-à-porter ya “llevado” en la calle, una silueta joven, minimalista, excéntrica y juguetona que de hecho pasa de moda la elegancia burguesa de las madres en faldas cojas, tacones y corsés. Lo que ella misma había verbalizado en su autobiografía Quant by Quant “Quería que mi ropa fuera fotogénica, fuerte y colorida, que ofreciera una nueva libertad a la juventud, que permitiera a las mujeres jóvenes ir directamente a una velada después de un día de trabajo. Quería que esta ropa fuera una ruptura total con la de nuestras madres. »
El éxito de la pequeña inglesa es instantáneo y será mundial. En 1960, la joven y su “London Look” partieron a la conquista de Estados Unidos, en un viaje inmortalizado por la revista Time. Un año antes, el Women’s Wear Daily, la biblia de la moda al otro lado del Atlántico, ya informaba sobre este fenómeno. A los estadounidenses de la era de Jackie Kennedy les encanta. En su autobiografía publicada en 1966, Quant by Quant, la diseñadora reconoce haber sabido «captar el espíritu de la época antes que todos los demás para interpretarlo en sus prendas».