Bertrand Delais es director del Canal Parlamentario (LCP).
El jueves 30 de marzo de 2023, fue necesario un ingreso desafortunado de la fecha de nacimiento de LCP para que el administrador de la comunidad de The Parliamentary Channel ofreciera a los algoritmos de Twitter la posibilidad de simplemente cerrar la cuenta de LCP.
Muy rápido, tuvimos que enfrentar los hechos, no teníamos contactos en Twitter. Un hallazgo compartido por otros jefes de prensa, ya que ahora hay dos empleados para Twitter Europa, el resto está siendo administrado por algoritmos de San Francisco.
No importa que LCP tenga un feed de Twitter particularmente activo con casi 700.000 seguidores, es una decisión radical e instantánea. Es como si la cultura libertaria de Silicon Valley hubiera dado paso gradualmente a un monstruo automatizado e impersonal digno de los sistemas socialistas retratados por Kundera en The Joke.
Pero esto no es una broma y menos una complicación ya que a veces nos encontramos con un servidor, simplemente es una decisión unilateral de Twitter que consideró que esta cuenta no tenía derecho a existir, y que nunca debería haber estado en la red social. red porque fue creada hace menos de 13 años.
En consecuencia, surgen dos interrogantes y es necesaria una reflexión. Si bien estamos respaldados por una institución de la República, que Twitter ya no es simplemente una red social sino que se ha convertido por su éxito en un completo medio de comunicación, ¿podemos dejar el gobierno de un medio a las computadoras radicadas en California y sobre todo esto? ¿No es así? situación delatan nuestra impotencia para ver el establecimiento progresivo de una censura privada y tecnológica más presente en la realidad que la censura estatal?
Cuando la cuenta de Donald Trump fue baneada de Twitter, pocos se alarmaron por la decisión, como si la controvertida personalidad del expresidente de los Estados Unidos justificase tal decisión.
En realidad, y aunque desde que Donald Trump está de vuelta en Twitter, debe su destierro y su regreso a la sola voluntad de los líderes de Twitter. Esta realidad no deja de plantear varios problemas éticos y políticos.
En este caso, ¿por qué un error en la edad de 13 años, por qué no diferenciar a una persona física de una persona jurídica? La respuesta está primero en el derecho positivo americano.
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La pregunta es, por tanto, ¿cómo podemos imponer hoy normas de acuerdo con el derecho europeo sin que se nos impongan las establecidas por referencia al derecho americano?
Desde hace varios años, y el Acta Digital es un ejemplo, Europa ha buscado defenderse con textos y normas. Pero si hay una necesidad de existir, de no depender de algoritmos estadounidenses o chinos, esto debe hacerse a través del dominio tecnológico y la inversión. Europa ha perdido la batalla de los buscadores. Irónicamente, el primer elemento utilizado en Qwant es Google…. aplauso final.
Europa ha fracasado en las redes sociales y hoy le dejamos a TikTok promover el intercambio de contenido educativo para los niños chinos y favorecer contenido más entretenido y adictivo para los niños del resto del mundo… Nuevamente, no podemos actuar colectivamente con pensamiento estrategico.
Mañana, es una apuesta segura que sufriremos la ola de la IA sin poder hacer nada más que ver nuestra impotencia. La inversión americana y china es demasiado importante comparada con la nuestra, -europea-, para que podamos esperar que mañana pese de alguna manera.
La lección de la desventura de LCP es sobre todo de este orden. A falta de peso, había que ver la omnipotencia de los ordenadores de Twitter. Para poder frustrarlo, fue necesario escribir un tuit provocativo con el fin de crear un revuelo, retransmitido por el Secretario de Estado de Digital, tuiteros y así llamar la atención de los líderes de Twitter Europa. La suspensión fue de solo siete horas… siete horas en las que el parlamento estuvo debatiendo el proyecto de ley sobre influencers y por la naturaleza del tema, esta suspensión de la cuenta de Twitter de LCP abrió así el camino a todas las interpretaciones políticas.
En realidad, este incidente demuestra por el absurdo el peligro de subordinar así la visibilidad de un canal respaldado por una institución de la República sin que podamos controlar su funcionamiento.
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En un momento en el que constantemente se plantean cuestiones de soberanía e independencia, no se trata sólo de soberanía alimentaria, energética y monetaria, sino también de soberanía cultural. Es a través de su cultura que Europa ha podido convertirse en un modelo aspiracional para muchos países. Europa siempre ha creído que el contenido es el rey. Esto sigue siendo cierto y justifica la ayuda otorgada a nuestras industrias culturales. Sin embargo, esto es cada vez menos cierto a medida que el contenido se disocia cada vez menos del medio. Así que aquí estamos, cada vez más aferrados a reglas algorítmicas ciegas que no hemos definido y sobre las que no tenemos control.
Esta pregunta debe alertar y la respuesta no puede pasar sólo por un nuevo arsenal legislativo sino por el establecimiento de una verdadera voluntad soberana en materia cultural.