Venezuela celebra en 2023 el centenario del natalicio de Carlos Cruz-Diez y Jesús-Rafael Soto, maestros del arte cinético que movieron las líneas del arte moderno. Cruz-Diez y Jesús Soto, ambos nacidos en 1923 en Venezuela, fueron los pioneros de una corriente de arte cinético, exponiendo por todo el mundo, tanto en calles como en museos, hasta convertirse en figuras cimeras del “Op art” (arte óptico, juego de palabras con el arte pop). “Él (Cruz-Diez) tiene un invento: la metamorfosis del color. Se da con el movimiento del espectador, con gamas de colores que no se perciben si uno permanece estático frente a la obra. Una vez que comienza el movimiento, se produce la metamorfosis”, explicaba hace unos años a la AFP Ravelo, discípulo y amigo del maestro.
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Un autobús, imitando a un tranvía, inauguró este jueves en Valencia (centro-norte) un recorrido que pasa por las obras de Cruz-Diez en la ciudad. «¿Qué mejor pretexto que su centenario para acercar a la ciudadanía sus obras, conocerlas un poco más en profundidad, relacionarlas con el espacio público y también como medio para promover la conservación de todo este patrimonio?», explica a la AFP Eduardo Monzon, coordinador de la iniciativa Mas Valencia. “El Maestro Cruz-Diez es un referente internacional”.
Nacida el 17 de agosto de 1923 y criada en el barrio La Pastora de Caracas, Cruz-Diez se enamoró del color desde niña. Habló de sus transformaciones cuando la luz rebotaba en el vaso de las botellas de gaseosa en la fábrica artesanal que regentaba su padre. Trabajó en esta pasión hasta el final de sus días en París el 27 de julio de 2019. El color es “una situación efímera, una realidad autónoma en continuo cambio” y, como los acontecimientos, tiene lugar “en el espacio y en el tiempo real, sin pasado o futuro, en un presente perpetuo”, comentó Cruz-Diez al analizar su propia obra. Aunque vivió en París, como muchos artistas venezolanos cinéticos o no cinéticos (Soto, Alejandro Otero, Oswaldo Vigas, Mario Abreu, etc.) y expuso en la Tate Gallery, el Centre George Pompidou o el Moma, su obra está ligada a su país. y muchas de sus creaciones son íconos de la identidad venezolana.
La gigantesca “Cromointerferencia de color aditivo” cubre las paredes y en especial el piso con mosaicos de colores del aeropuerto de Caracas. Como símbolo, es lo último que pisan los emigrantes que salen del país o lo primero que ven las personas que llegan. Paralelamente, el Museo de Bellas Artes de Caracas inauguró a finales de junio una gran exposición Jesús Soto, Cosmos en estado de vibración, que recorre con obras parte de su trayectoria.
Nacido en 2023 en Ciudad Bolívar (centro-este) donde hay un museo dedicado a él, Soto murió en 2005 en París (al igual que Cruz-Diez). Rápidamente explora la tridimensionalidad, con obras por las que los espectadores a veces pueden caminar. “En el pasado, el espectador era como un testigo externo de la realidad”, dijo, en sus palabras citadas por Jean Clay en Les Pénétrables de Soto en el sitio web oficial del artista. Hoy sabemos bien que el hombre no está de un lado y el mundo del otro”.