Philippe Froguel es profesor de la Universidad de Lille.

Dos universidades francesas, dos reacciones opuestas al intento de subversión de la universidad francesa y de manipulación electoral de los estudiantes de nuestro país por parte de La France insoumise, a dos meses de las elecciones europeas. Y dos consecuencias muy diferentes que deberían servirnos de lección.

En Lille, la acción de varios académicos asumidos por los cargos electos locales y regionales llevó al rector de la universidad Régis Bordet a anular valientemente el acontecimiento demagógico de Jean-Luc Mélenchon, que utiliza descaradamente la terrible situación de Oriente Medio para esperar sacar provecho votos de los estudiantes y se presentan como heraldos comunitarios propalestinos y especialmente antiisraelíes, con connotaciones antisemitas cada vez más evidentes. A pesar de los insoportables insultos de Jean-Luc Mélenchon y de varios cargos electos de La Francia Insumisa (LFI) que no dudaron en, a veces, poner objetivos a nuestras espaldas por su nombre («fascistas», «genocidas», «nazis») . », “silbadores”, “hipócritas”…), nos mantuvimos firmes. Hoy en día reina la paz civil en las facultades de Lille y la gente estudia allí con normalidad. Nuestra negativa a considerar que la propaganda del odio tenía su lugar en una pseudo “conferencia universitaria”, ni educativa ni científica, y sin debate contradictorio, resultó victoriosa.

En Sciences Po Paris, cambio de escenario. La muy desacreditada dirección del Instituto de Estudios Políticos permitió vergonzosamente a Jean-Luc Mélenchon y a sus activistas sobreexcitados desfilar y sustituir las banderas francesa y europea por la bandera palestina. Y, tras ocupar el establecimiento (y ser expulsados ​​por la policía), la dirección les permitió bloquear la entrada al campus, no sin violencia. La prensa tomó nota de las consignas de los activistas del LFI que niegan la existencia de Israel y de sus ciudadanos judíos y árabes, consignas con evidentes connotaciones antisemitas, tanto más cuanto que la mayoría de los activistas presentes, por su avanzada edad o por sus acciones y vociferaciones, son imbéciles, Obviamente no eran estudiantes de ciencias políticas.

Según estudiantes “reales” de Sciences Po, entrevistados por los medios de comunicación, es precisamente la invitación mantenida, a pesar de todos los peligros, de Jean-Luc Mélenchon, lo que hizo posible esta secuela caótica y odiosa. El viernes pasado, los cursos de máster, como por ejemplo el de salud pública, se celebraron en el patio de otros campus de Sciences Po, debido a la falta de locales accesibles. Esto es totalmente inaceptable y daña la imagen de Francia en el extranjero.

Probablemente lo peor es que, a partir de ahora, las tropas mélenchonistas creen que pueden hacer cualquier cosa a causa de estos errores. Ya piden que su acción se generalice en todas las universidades francesas. Se teme que este movimiento cuasi insurreccional dure hasta las elecciones europeas, ya que Gaza está en el centro de la propaganda rebelde.

Hay que decir firmemente que la neutralidad académica es tan importante como el secularismo y debe ser respetada en todas partes y en todo momento: nuestras facultades son templos del conocimiento y no terreno para luchas políticas comunitarias, además violentas. Se lo debemos a nuestros estudiantes y a nuestra comunidad docente poder trabajar en paz y serenidad. No en angustia y amenaza. Los estudiantes, el personal docente y los investigadores deben estar mejor protegidos de la furia de la calle por parte de la dirección de la universidad – como se hizo en Lille – y del gobierno, que debe ser más activo. Cuando bajamos la guardia frente al totalitarismo y su -con demasiada frecuencia- corolario antisemita, y permitimos que nuestra juventud sea manipulada por estas fuerzas populistas de tristes pasiones, podemos esperar un futuro oscuro para nuestra democracia, más allá de sus Minoría judía en completo desorden, que está arrasando los muros de nuestras facultades.

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