Este es uno de los escenarios más lúgubres de Amadeus, la película de Milos Forman dedicada al genio de Mozart. Fue visitado por Margaret Thatcher y, sin embargo, el inmenso “cementerio loco”, como lo apodan en Praga, sigue siendo un lugar olvidado, alejado de los circuitos turísticos. Lejos de los circuitos habituales de la capital checa y de su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta necrópolis cuenta con unos 4.200 entierros. Fundado hace más de un siglo en las afueras de la ciudad para acoger a los pacientes fallecidos del hospital psiquiátrico de Bohnice, el lugar atrae en ocasiones a cazadores de fantasmas, amantes de los escándalos y/o de los ritos satanistas atraídos por su magia energética y las leyendas y misterios que lo rodean. «Es un cementerio diferente» a los demás, explica Jiri Vitek, guardián voluntario del lugar, ex bombero y ahora teniente de alcalde de un distrito de Praga. “Estaba destinado a pacientes psiquiátricos clásicos (esquizofrénicos, alcohólicos), pero también a personas que no queremos encontrar (pirómanos, pedófilos, asesinos)”, explica.
La muerte de Mozart en Amadeus de Milos Forman en 1984, con Tom Hulce, F.Murray Abraham, Elizabeth Berridge…
El cementerio fue inaugurado y consagrado en septiembre de 1909. “Dos días después, un niño de once años que murió de tuberculosis se convirtió en el primer paciente enterrado aquí”, comenta Alzbeta Remrova, portavoz del hospital de Bohnice. En aquella época, el hospital parecía un pueblo con una iglesia, una lavandería y una panadería. Fue el más grande de su tipo en el Imperio austrohúngaro. “Los pacientes trabajaban en el campo, cultivaban hortalizas y trabajaban en talleres”, explica Alzbeta Remrova. El cementerio también estuvo abierto al personal del hospital que deseara ser enterrado de forma gratuita.
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Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, allí fueron enterrados los soldados austriacos hospitalizados por enfermedades mentales y los pacientes psiquiátricos de Italia, evacuados a Praga. La mayoría de ellos murieron durante una epidemia de tifus entre 1916 y 1918, dice Jiri Vitek. El cementerio fue cerrado en 1951, luego saqueado y abandonado durante seis décadas, y la capilla local casi desapareció bajo la hiedra.
Este lugar único y lleno de historia fue elegido por el director estadounidense de origen checo Milos Forman para filmar el entierro de Wolfgang Amadeus Mozart en su película “Amadeus” (1984), rodada parcialmente en Praga y premiada con ocho premios Oscar.
Jiri Vitek recuerda también que la primera ministra británica, Margaret Thatcher, visitó el cementerio en 1990 para traer a casa los restos de un piloto británico derribado al final de la Segunda Guerra Mundial. Nadie sabía de qué tumba se trataba, excepto un vagabundo local que la identificó a cambio de una caja de ron, añade Jiri Vitek. Pero la mayor parte del tiempo, el cementerio sirvió como prueba de coraje para los jóvenes de la región, especialmente la parte suroeste reservada a los delincuentes. Evocando una energía negativa en este lugar, algunos creen que allí hace más frío que en cualquier otro lugar del cementerio. “Los no creyentes no eran enterrados en ataúdes sino en bolsas y desinfectados con cal. Y es la cal endurecida la que genera el frío”, asegura. En la década de 1980, la policía descubrió un ritual satánico en el cementerio. Los checos más pragmáticos utilizaban el lugar como vertedero, y así lo descubrió Jiri Vitek en 2011, mientras paseaba a su perro por la pared. “Estaba lleno de frigoríficos viejos, lavadoras, sofás y escombros. Entonces comencé a limpiarlo”, explica. Poco a poco ha dirigido recorridos por el cementerio, está trabajando en un libro y planea renovar la capilla y el monumento conmemorativo local. “Como bombero, salvé personas durante quince años. Llevo doce años salvando muertos”, concluyó con un toque de ironía en su voz.