Los buenos ? Una tragedia clásica. Se respeta escrupulosamente la regla de las tres unidades. Todo comienza con una música angustiosa, una partitura al estilo Hitchcock. En el escenario azul del Teatro 14, rematado como una plataforma, parece una habitación extraña, fuera del tiempo. A la izquierda, un escritorio suspendido por cuatro cuerdas, el busto de una estatua, un sillón; al fondo, un perchero lleno de vestidos; a la derecha, un tocador. Allí está sentada una mujer vestida toda de blanco, maquillándose. Un chico en ropa interior cruza la habitación, toma una botella de leche y bebe de la botella. Él se escapa. Llega una mujer vestida de negro con un ramo de gladiolos y mimosas. Ella hace gruñidos extraños. Su nombre es Solange. Ella es la hermana de Claire, la dama de blanco. Ellos son los buenos, interpretados por Elizabeth Mazev y Stéphanie Pasquet.

La trama se organiza en torno a la inesperada liberación de Monsieur, el amante de Madame, denunciado a la policía por las dos hermanas. Una de las criadas, Claire, se disfraza de Madame durante su ausencia, mientras que Solange hace el papel de su propia hermana. Las dos actrices interpretan a mujeres locas que no son tan apretadas; hacen su propio cine, se prestan, por un tiempo, a la comedia del lujo y del poder. El espectador se pregunta quién es quién en este sueño despierto, o más bien en esta pesadilla. Su confinamiento es enteramente interno. El drama está en ellos. Las hermanas apenas se distinguen entre sí en una relación casi incestuosa. Reconozcamos que la actriz que interpreta a Solange (Elizabeth Mazev) es completamente extraordinaria. Ella es quien lidera la danza de la muerte.

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La dirección de Mathieu Touzé es kitsch y multiplica las ambigüedades que ofrece en escena el admirable texto clásico de Jean Genet, que aquí se respeta al pie de la letra. El director incluye en la obra – era arriesgado – una coreografía sorprendente y extremadamente divertida con una canción de Mylène Farmer (Está en el aire) y este momento encanta la oscuridad del tema. Justo después de esta actuación llega Madame, interpretada por la asombrosa Yuming Hey, que parece lanzada en paracaídas desde otro planeta. Un joven espectador susurra: “¡Se parece a Chucky! » Es cierto que este actor no te deja indiferente. Nos guste o no, magnetiza.

A partir de este momento, la sala cobra otra dimensión, la del bulevar, y el escenario se vuelve blanco como un sudario. La muerte acecha: se esconde en una copa de tilo envenenado con gardenal. ¿Beberá Madame la bourgeoise la bebida fatal? Las hermanas se inventan nuevos roles, siempre en busca de identidad. El espectáculo se convierte en una “ceremonia” fascinante, un largo suicidio declamatorio porque si Madame escapa de la muerte, Claire, que siempre se duplica, llevará el juego hasta el final. Estamos en deuda con los tres intérpretes y con la dirección de Mathieu Touzé. A estas Maids les devolvieron su lado cómico-morboso. No cucaracha.

En el Théâtre 14, hasta el 23 de marzo y luego de gira del 9 al 12 de abril. Semejante. : 01 45 45 48 77. www.teatro14.fr

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