¿Podrá ahora el “turismo espacial” presumir de ser menos exclusivo? Ésta es la ambición de varias empresas de todo el mundo dispuestas a enviar a sus novatos en globos a gran altura sobre la superficie terrestre. Pero por ahora, estos primeros vuelos tripulados alcanzarán una altitud de 25 o 35 kilómetros, en la estratosfera, muy por debajo del límite con el espacio situado a casi 100 kilómetros según la Federación Aeronáutica Internacional.
Sin embargo, la experiencia promete ser excepcional. Los turistas volarán lo suficientemente alto como para ver la curvatura de la Tierra, según explica el Grupo Francés de Industrias Aeronáuticas y Espaciales (Gifas).
Esto es lo que promete también la start-up japonesa Iwaya Giken, que trabaja en este proyecto desde hace siete años. Este último anunció el 21 de febrero la comercialización oficial de estos vuelos que comenzará el próximo mes de diciembre. ¿Precio de los boletos? 165.000 euros. Una suma, ciertamente, muy importante pero muy inferior a las varias decenas de millones de dólares exigidas por la agencia espacial estadounidense SpaceX para su viaje de tres días al espacio.
De hecho, la experiencia será algo diferente. Más allá de estar mucho más cerca de la Tierra, el vuelo también será más corto. Durará sólo cuatro horas, incluidas dos horas de ascenso, una hora de vuelo estratosférico y una hora de descenso, detalla la revista Sciences et Avenir. No requerirá ninguna preparación o formación específica.
Los turistas sólo tendrán que introducirse en la pequeña cápsula esférica, en gran parte transparente y que contiene dos asientos (el primero para el piloto y el segundo para el pasajero). La start-up también está desarrollando una “cabina para seis personas, que debería estar operativa dentro de cuatro o cinco años”, lo que permitiría abaratar el precio del billete, informa la revista especializada.
Y por una buena razón, la competencia es feroz. De hecho, otras empresas están trabajando en proyectos similares, como el grupo francés Zephalto, en colaboración con el CNES de Toulouse, que también apuesta por vuelos tripulados a 25 kilómetros de altitud. El billete para este viaje de seis horas de duración se vende por 120.000 euros. «Se trata de tener una experiencia amable y contemplativa», dijo el fundador de la empresa Vincent Farret d’Astiès. Porque además de admirar las estrellas sobre un fondo negro, los viajeros podrán disfrutar de comidas y bebidas.
Las start-ups francesas Stratoflight y Expleo también están desarrollando una cápsula con balcón para 6 personas y capaz de alcanzar 35 km en globo de hidrógeno. Una vez en altura, los turistas podrán salir al balcón y admirar la vista. «Partiendo de Toulouse, el horizonte permitiría ver una línea que une Ámsterdam con Barcelona», declaró Christophe Cazes, director de innovación de Expleo, según nuestros colegas de France Bleu.
La empresa estadounidense Space Perspective ha desarrollado finalmente una cápsula presurizada suspendida de un enorme globo inflado con hidrógeno. En el interior de esta cabina llamada Spaceship Neptune, la compañía promete absoluto confort con sillas reclinables, bar y conexión wifi, detalla la revista Science et Vie. Pero sobre todo, la empresa promete ofrecer “las vistas panorámicas más increíbles de la Tierra” gracias a estos inmensos ojos de buey. A buen entendedor.