Desde diciembre pasado se reconoce que 2023 fue el año de todos los récords. Estamos coqueteando con las temperaturas más altas en 100.000 años en la Tierra. En línea con esta mala noticia, el servicio europeo Copernicus para el cambio climático (C3S por sus siglas en inglés) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaban de elaborar un balance para el Viejo Continente del año pasado, frío en la espalda y sin duda presagia desastres más frecuentes e intensos que nos esperan en el futuro debido al calentamiento global.
“Los costes de los impactos se estiman en 13,4 mil millones de euros, de los cuales el 81% corresponden a inundaciones, sin medir aún los impactos de las olas de calor”, especifica Rebecca Emerton, climatóloga del C3S. En este informe anual, 1,6 millones de europeos se vieron afectados por las inundaciones (que provocaron el peor fenómeno climático en Eslovenia, dos tercios del territorio se vieron afectados), 550.000 por las tormentas y 36.000 por los incendios de bosques. Además, 63 personas fueron arrastradas por las tormentas, 44 murieron a causa de las inundaciones, incluidas 15 en Italia en mayo, y 44 a causa de los incendios forestales. Los incendios no tuvieron precedentes, especialmente en Grecia en julio y agosto, donde 96.000 hectáreas de bosques se consumieron en llamas, el doble de la superficie de Atenas. En total, la superficie de los incendios representó, en toda Europa, “unos 5.000 km2, o la superficie combinada de Berlín, Londres y París”, indica Rebecca Emerton para dar un orden de magnitud.
El Viejo Continente vivió, en 2023, su año más caluroso, o el segundo más caluroso, según la Organización Meteorológica Mundial. Una ligera incertidumbre que depende de los conjuntos de datos utilizados: tres proceden de Estados Unidos, uno del Met Office británico, uno de Europa y el último de Japón. En cualquier caso, la temperatura media sobre la tierra europea fue 2,3°C más alta que al comienzo de la era preindustrial. Estas temperaturas están muy por encima de la temperatura media del planeta, con un calentamiento estimado en 1,3°C (el aumento es menor sobre los océanos). En Europa, “todos los días del año estuvieron 1°C por encima del nivel de la era preindustrial y más de la mitad por encima de 1,5°C”, añade el climatólogo del C3S.
El verano pasado ocupó el quinto lugar entre los más calurosos del Viejo Continente. Pero se extendió a lo largo de un período más largo, de junio a septiembre inclusive, y varió mucho según la región. Estas temperaturas notablemente altas a lo largo del año han provocado un nuevo “número récord de días de estrés por calor”, durante los cuales las temperaturas son tan altas que ponen en riesgo a los organismos. Esta noción europea de “estrés térmico” se inspira en la medición llamada “bulbo húmedo”, utilizada para calcular una temperatura que tiene en cuenta el nivel de humedad del aire, el nivel de insolación y la velocidad del viento. Este indicador permite determinar el umbral en el que las olas de calor se vuelven realmente insoportables para el cuerpo humano y pueden provocar, en poco tiempo, la ausencia de sudoración y, rápidamente, la muerte de las personas expuestas a ellas. En el momento álgido de la ola de calor, “el 21 de julio, el 41% de la población del sur de Europa estuvo expuesta al menos a un estrés por calor fuerte o extremo”, señala Rebecca Emerton. “El verano pasado se observaron olas de calor más intensas y frecuentes, con un pico de 48,2 °C medido en Sicilia, cerca del récord anterior de 2021 de 48,8 °C”, añade José Álvaro Silva, miembro de la Secretaría General de la OMM. La agencia de las Naciones Unidas también ha declarado, por primera vez, una emergencia “para la salud humana” en Europa, debido a la crisis climática.
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Estos choques térmicos extremos acompañados de altos niveles de humedad probablemente hayan causado muchas muertes relacionadas con el calor, pero aún no se han evaluado con precisión para 2023 en Europa. A la espera de datos precisos del año pasado, el aumento de la mortalidad se estima en torno al 30% en veinte años. En un informe anterior, la OMM estimó las muertes anuales relacionadas con el calor en 489.000 personas por año en todo el mundo, entre 2000 y 2019, incluido el 36% en Europa y el 45% en Asia.
En junio, el noroeste de Europa registró el mes más caluroso jamás registrado, acompañado de precipitaciones significativamente superiores a la media. En agosto, fue el sur de Europa el que sudó. Y todo el Viejo Continente registró el mes de septiembre más caluroso de la historia. Además, las precipitaciones, el derretimiento de los glaciares y una serie de tormentas provocaron inundaciones casi generalizadas, con caudales récord o cercanos a sus niveles históricos, en particular en el Loira, el Rin y el Danubio. Otro ejemplo sorprendente de estos cambios es el volumen de los glaciares en los Alpes, que se contrajo otro 10% entre 2022 y 2023.
Las energías renovables a la cabeza en Europa
Todas estas catástrofes tienen una causa indudable, aunque el fenómeno climático de El Niño, vinculado al calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico Sur, favoreció “un poco” un aumento de las temperaturas el año pasado: “el aumento continuo de la concentración de gases de efecto invernadero”, explica José Álvaro Silva, de la OMM. En este frente, el Viejo Continente puede enorgullecerse de una pequeña victoria: el 43% de la electricidad producida en Europa fue de origen renovable en 2023, frente al 36% en 2022. Este es el segundo año en el que la electricidad procedente de energía hidráulica, solar y eólica fuentes supera el de los combustibles fósiles en todo el continente.