Cada vez tienen menos espacio en la televisión. France Télévisions se interesa por Romain Gary más por su vida que por su obra. Esa no es una buena señal. Menos aún teniendo en cuenta que los autores de L’Enchanteur, François-Henri Désérable y Maria Pourchet, son ellos mismos novelistas. Lo que a la televisión no le importa.
Ninguno de los dos había nacido todavía cuando ella adaptaba con frecuencia las novelas de la época. En masa: Colette, Georges Duhamel, Henry de Montherlant, Jacques de Lacretelle, François Mauriac, Philippe Hériat y luego, en la generación siguiente, Élisabeth Barbier, Maurice Druon, Jean d’Ormesson, Robert Sabatier, Michel Déon, Hervé Bazin, Jean Dutourd y tantos otros han visto la televisión puesta al servicio de sus obras.
Con raras excepciones –Virginie Despentes, Jean-François Parot– hoy ocurre todo lo contrario: los novelistas se ponen al servicio de la televisión. No adaptamos a Didier Decoin, es Decoin quien se adapta; y se adapta. No adaptamos a Didier van Cauwelaert, ordenamos Madame et ses flics (1985) o Les Filles du Lido (1995), sometiéndolas a los cambiantes dictados de las emisoras.
Poco a poco, la singularidad de los escritores va dejando paso a las exigencias del marketing. Y Romain Gary –del que sólo se adaptó Les Cerfs-volants, dos veces, en 1983 y 2007– no es más que el tema de una película biográfica. The Enchanter fue vista por 2 millones de personas el 12 de febrero. Esa misma noche, hubo casi el doble de gente para la investigación de Les Bodin en Córcega.¿Cuándo habrá un episodio de Les Bodin escrito por Désérable y Pourchet?