¿Quién hubiera pensado que la preciosa estatuilla de César encontró su fuente de inspiración… en un vertedero? En 1960, el modesto escultor César Baldaccini no podía permitirse comprar bronce para crear sus obras. Todavía prefiere ir a los vertederos, donde puede encontrar los materiales que necesita. Pero un día, mientras investigaba en un desguace de automóviles, descubrió la máquina que inspiraría sus creaciones: una prensa hidráulica que transforma coches en cubos. Así comienza la historia de la famosa estatuilla.
El trofeo “César” proviene del nombre del famoso escultor de estatuillas del mismo nombre, conocido por sus “compresiones”.
En la década de 1950, varios premios importantes, como las Victoires du cinéma français o las Estrellas de Cristal, premiaban logros en el ámbito del audiovisual y del entretenimiento. Pero en 1975, Joseph Cohen, conocido como Georges Cravenne, periodista y productor, quiso crear en Francia una ceremonia similar a la de los Oscar, celebrada en Estados Unidos. “Los Oscar, creo, nacieron en 1927. Yo tenía entonces 13 años, y desde esa edad siempre he estado obsesionado con la existencia de este personaje emblemático, no de carne y hueso, sino de bronce y dorado, cuya reputación era mundial. ¿Celos? ¿Emulación?”, relató, según informó el sitio web de la Académie des César. Entonces decidió crear la Academia de Artes y Técnicas Cinematográficas, ahora llamada Academia César, que premia cada año los logros más destacados del cine francés en diferentes categorías.
La primera ceremonia del César en el cine, también llamada Noche César, tuvo lugar en 1976. Georges Cravenne recurrió a su amigo, el escultor César Baldaccini, apodado César. “La idea de crear un equivalente francés germinó en mí, hasta el día en que el nombre de mi amigo César, un genio escultor, se impuso sobre mí y con él su escultura. Oscar, César, cinco letras que riman hasta tal punto que el nacimiento de la segunda se hizo evidente, por el bien de la promoción del cine, al menos en Europa”, afirmó Georges Cravenne. Al mismo tiempo, el artista designado para diseñar el trofeo comenzó a ser conocido por sus logros, en particular sus “compresiones”.
La versión original del trofeo creado por César Balsaccini para la primera ceremonia en 1976 representa una silueta masculina rodeada por una bobina de película. Ante el éxito desigual, redobló sus esfuerzos para diseñar otro trofeo para la segunda edición, un año después. Casi 47 años después, es la representación de esta misma estatuilla la que todavía se regala a los profesionales del séptimo arte.
La actual contracción a veces se describe torpemente como un “tronco aplastado”. En realidad, la escultura rectangular se hizo a partir de una compresión de patrones, que representan la ornamentación de muebles. “Tuve un encuentro con autos comprimidos. Lo encuentro tan hermoso y emocionante”, confió en el programa “À voix nue” en 1997, según Radio Francia.
Pero más concretamente, ¿cómo consiguió el escultor este resultado y cómo se diseñan actualmente los trofeos antes de la famosa ceremonia? Situada en un pueblo normando, la fundición Bocquel se encarga desde 1994 de fabricar los 25 trofeos encargados cada año por la Academia de Cine César. “El artista César quería que los César los hiciéramos nosotros”, indica el taller a Le Figaro. La empresa familiar nos cuenta que la fabricación de las estatuillas dura cinco meses, desde finales de septiembre hasta la entrega a finales de febrero. Todos los trofeos requieren más de 300 horas de trabajo.
El primer paso de fabricación consiste en realizar moldes en elastómero, un material con propiedades elásticas, basado en el modelo original del César. Con ellos, el taller produce posteriormente trofeos de cera «huecos», especifica la fundición. La forma obtenida se coloca luego en un cilindro en el que se vierte yeso refractario. Después de haber cocido los cilindros a fuego lento “para que se derrita la cera”, se pone la cocción a temperatura alta durante más de 48 horas. Además, el bronce se funde en los cilindros donde ocupará el espacio vacío que deja la cera derretida, “una técnica conocida como fundición a la cera perdida”, explica el taller. El siguiente paso es retirar los cilindros: “la capa de yeso que rodea al Caesars se rompe”, explica la empresa familiar. Otras fases del proceso consisten en cincelar, soldar, pulir, limpiar, patinar o incluso pulir la obra.
Para elaborar un solo trofeo se necesitan nueve personas con diferentes habilidades y casi siete horas de trabajo. Ciertas tareas, como el trabajo de fabricación del hierro fundido, así como el tallado, requieren un “saber hacer real”, indica el taller a Le Figaro.
“Antes de la ceremonia, el nombre de la categoría se graba en el trofeo”, continúa la fundición. Luego, los Caesars se empaquetan y se entregan a París. “Después de presentar el trofeo en el escenario, el ganador es llevado detrás del escenario para que en el César se grabe su nombre”, revela además el taller.
Al contrario de lo que podría pensarse, la recompensa no es oro, ni está cubierta con una capa de oro. Esta creación es en realidad un bloque hueco de bronce, pulido con cera roja para darle su aspecto final, la pátina. Las estatuillas miden 30 cm y pesan aproximadamente 3,7 kg.
“El César no tiene valor, es una obra de arte que no se puede comprar ni vender”, recuerda la fundición Bocquel. Sin embargo, aunque su valor no ha sido revelado oficialmente, el precio de estos trofeos se estima en unos 1.500 euros.