Marlène Giol, investigadora asociada del Instituto Thomas More (grupo de expertos liberal-conservador), es la autora del informe «Le Parcours France en communin: un nuevo aliento para el compromiso de los jóvenes».

Después de varios años de dilación sobre la dirección que se le dará al servicio nacional universal (SNU), el proyecto acaba de experimentar otro cambio de rumbo. En una entrevista con Le Figaro, la secretaria de Estado de la Juventud, Sarah El Haïry, anunció que la SNU se integraría en la segunda clase de forma voluntaria. A partir de marzo de 2024, los alumnos podrán realizar la estancia de cohesión de doce días en horario lectivo. Esta declaración forma parte de la larga lista de anuncios, muchas veces contradictorios, que han marcado la constitución de la UNS desde su presentación en 2019.

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A través de incesantes modificaciones y retrocesos, manteniendo la vaguedad en torno al dispositivo, el SNU termina con un «curso acelerado de ciudadanía», una medida vaciada de su contenido y desprovista de sus ambiciones iniciales. Se trataba primero de hacerlo obligatorio antes de proponerlo con carácter voluntario; ponerlo en marcha durante las vacaciones antes de integrarlo en el horario escolar… El sistema finalmente aparece como una nebulosa y revela una profunda falta de visión, organización y anticipación. El ejecutivo no solo demuestra su incapacidad para implementar sus propias reformas (recordemos que la UNS fue la piedra angular del programa de juventud del candidato Emmanuel Macron a partir de 2017) sino que, peor aún, logra con su terquedad debilitar y desestabilizar una política de juventud que ya padecía muchas debilidades, y ahora la escuela. En su versión concreta, la UNS aparece más que nunca como un intento de respuesta confusa, superficial e inadecuada a los desafíos que enfrenta la generación joven en un contexto de crisis proteica.

El SNU no puede reemplazar una política global de juventud (vivienda, estudios, salud, alimentación). Sin embargo, moviliza atención y recursos (140 millones de euros este año, es decir, una séptima parte del presupuesto total “Juventud y vida comunitaria”), oscureciendo por completo los problemas y necesidades de los jóvenes. Lejos de enriquecer la oferta de compromisos ya disponibles, el SNU por el contrario agota un ecosistema que le preexiste al absorber y empobrecer los mecanismos existentes. Los últimos anuncios de la Secretaría de Estado de Juventud vienen, por su parte, a debilitar la escuela. Al incluir al SNU en el horario escolar, el ejecutivo le impone un nuevo lastre que difícilmente podrá sobrellevar puesto que ya lucha por cumplir su rol: descenso alarmante en el nivel de estudiantes, violencia creciente, fenómenos comunitarios comprobados, etc. . . Además, la medida trastornará la organización del tiempo escolar, cuestionada durante muchos años por la densidad de los programas. Un problema tanto más importante en segunda clase, que ya está amputado por la mitad del último cuarto, requiere organización del bac. Integrar la realización de la estancia de cohesión SNU en este cronograma equivale no solo a negar las dificultades que enfrenta la escuela sino a agravarlas in fine.

Además, no se concibe llevar a cabo una política eficaz dirigida a los jóvenes sin asociar a todos los actores que rodean a los jóvenes. Sin embargo, al persistir en querer imponer su sistema desde arriba, el gobierno hace a un lado las reticencias -ampliamente justificadas- de quienes, sin embargo, estarán en el seno del sistema, en particular el mundo asociativo y el docente.

Desde su presentación en 2019, la UNS mostró muchas carencias. Su despliegue hoy logra alejarlo aún más de sus objetivos iniciales. El gobierno no parece tomar la medida completa del problema que tiene ante sí. ¡Al anunciar la nueva versión del SNU, Sarah El Haïry compara la estancia de cohesión con un «viaje escolar»! El problema es que el SNU no debe ser considerado un «viaje», y mucho menos una «escuela». Las apuestas son tales que no pueden soportar la aproximación. Es costumbre decir que el viaje forma a la juventud, por supuesto, pero a condición de que se le ofrezca un horizonte. El gobierno no está haciendo esto en absoluto. Es una ilusión creer que pasar de un salón de clases a otro cambiará algo de los problemas que enfrenta la generación más joven. Proponer un paréntesis sin un anclaje real a largo plazo no conducirá a ninguna parte. Por el contrario, es necesario establecer un sistema global que permita la adquisición a largo plazo de los valores de compromiso, servicio y apego a Francia. Debemos actuar sobre el entorno de vida de los jóvenes, hacerlo atractivo y dar a todos la oportunidad de desempeñar un papel activo.

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Existen otras soluciones, dentro de la propia empresa. Por eso hemos diseñado el Parcours France en communim, una herramienta basada en tres objetivos principales: garantizar una base común para todo el grupo de edad al tiempo que promueve la responsabilidad y la autonomía; actuar en profundidad gracias a la movilización de todos los actores que rodean al joven (familia, escuela, municipio, asociaciones, etc.); y elegir el largo plazo, durante varios años, para dejar una huella real en la carrera de cada joven francés. Sólo con estas condiciones lograremos una solución positiva y sustancial para los jóvenes, garantizando el verdadero espíritu de compromiso y el sentimiento de pertenencia a una “comunidad de destino”.