Valérie Rialland es asesora departamental de LR en Var y profesora de secundaria.

Con el nuevo año, pronto comenzará la lucha del Parcoursup para las familias de los 900.000 candidatos de último año que esperan ganar al final del año escolar el Santo Grial, es decir, una plaza de su elección en la educación superior.

Si bien comienza la fase de conexión y el trámite se extenderá hasta junio, los años han pasado desde la implementación de este sistema y las críticas no han amainado.

La última encuesta realizada tras el procedimiento 2023 reveló que sólo tres de cada diez jóvenes creen que Parcoursup ofrece un acceso justo a la educación superior. Además, la mayoría de los estudiantes de secundaria consideran que la plataforma es ineficaz: sólo el 44% la encuentra útil, el 38% intuitiva y el 33% capaz de responder a sus preguntas.

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Este software, también criticado por su falta de transparencia, pone de relieve las deficiencias del sistema educativo y cuestiona la eficacia del avance social.

Sin embargo, Parcoursup fue diseñado para guiar a los estudiantes hacia su futuro académico, presenta una amplia gama de formación. Sin embargo, la abundancia de información disponible puede resultar abrumadora y provocar ansiedad, especialmente para aquellos que aún están indecisos en su elección de carrera.

El proceso de inscripción en Parcoursup se asemeja a una carrera de obstáculos, lo que acentúa las desigualdades entre los estudiantes. Las familias que carecen de recursos o de implicación suelen encontrarse con expedientes mal elaborados, lo que reduce las posibilidades de que sus hijos accedan a la mejor formación. À l’inverse, les parents les plus impliqués se démènent pour construire des profils complets pour leurs enfants, allant jusqu’à inventer des activités et des centres d’intérêt pour enrichir leur profil dont les rubriques sont dignes d’un dossier d’embauche en la empresa. Debes mostrar variados “centros de interés”, haber tenido “experiencias de supervisión o liderazgo”, detallar “tu compromiso cívico” y contar ya con “experiencia profesional” a la hora de postular a la formación y, para colmo, demostrar “apertura al mundo”. .

Por último, deberás redactar la famosa carta de presentación, cuya extensión varía en función de la formación solicitada. Completamos así la lista pletórica de todos los documentos administrativos que deben presentarse dignos de una burocracia o debería decir un síndrome de “burocracia” omnipresente en todos los sectores de nuestra sociedad.

Este fenómeno pone de relieve el reinado de la comunicación sobre la sustancia, y la capacidad de los padres para navegar el sistema se convierte en un factor clave en el éxito de los estudiantes, en lugar de las habilidades y cualidades del propio estudiante.

Incluso la parte educativa, gestionada por los profesores, no escapa a esta dinámica. Los registros a menudo se ajustan para brindar a los estudiantes todas las posibilidades de tener éxito, lo que lleva a una sobreevaluación generalizada y a evaluaciones sesgadas. Esta práctica, junto con la tendencia de la administración a inflar las calificaciones de bachillerato para alcanzar ciertos promedios, hace que el proceso de selección del Parcoursup sea aún más opaco e injusto.

Para completar este panorama, el sistema de selección basado en el algoritmo Parcoursup es complejo y a menudo se percibe como aleatorio. Los criterios varían de una formación a otra, lo que dificulta que las familias comprendan cómo optimizar las posibilidades de éxito de sus hijos. En consecuencia, el resultado puede parecer injusto, ya que a veces se rechaza a estudiantes brillantes en cursos donde se acepta a otros, menos eficientes.

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Los docentes, a pesar de sus esfuerzos, no pueden apoyar a cada estudiante individualmente en este proceso excesivamente complejo, ya que consumiría mucho tiempo y los alejaría de su misión principal de enseñar y transmitir los conocimientos esenciales para preparar a los estudiantes para la educación superior.

Ante estos desafíos, es imperativo repensar Parcoursup para hacerlo más justo, accesible y transparente. En lugar de superponer capas de información que a menudo son difíciles de verificar, es necesario simplificar el sistema. Se debería adoptar un modelo más equitativo, favoreciendo la meritocracia y centrándose en la capacidad académica real del estudiante, más que en sus compromisos extracurriculares.

El bachillerato debe ser parte de la reflexión. Este diploma, que alguna vez fue un hito clave en la educación francesa, ha perdido completamente su relevancia.

Es hora de considerar un sistema más moderno, como un “bac 2.0”, que evaluaría de manera justa y eficiente a los estudiantes para su ingreso a la educación superior, evitando así un sistema opaco diseñado en el espíritu de una burocracia omnipresente, injusta y que requiere mucho tiempo. para todo el mundo.