Joachim Le Floch-Imad es director de la Fundación Res Publica y autor de Tolstoi, una vida filosófica (Éditions du Cerf, 2023).

“La ampliación [de la Unión Europea a nueve nuevos estados miembros] no lograría nada excepto dar más poderes a la Comisión Europea, a los burócratas, a los partidos pequeños… y en última instancia a Alemania, que obviamente controlará a la mayoría en todos estos países. […] Por lo tanto, sugiero que con motivo de las elecciones europeas creemos un movimiento – que algunos periódicos podrían transmitir y que no tendría ostracismo – contra la ampliación, explicando claramente por qué la rechazamos y exigimos una votación”.

Éste fue el último discurso de Jean-Michel Quatrepoint al que tuve la oportunidad de asistir, a finales de diciembre, durante una mesa redonda sobre el futuro de Europa organizada por la Fundación Res Publica. Este último llamamiento al pueblo refleja el patriota luchador que fue hasta su último aliento. Profundamente lúcido sobre las nubes que oscurecen nuestro horizonte colectivo, Jean-Michel se niega, sin embargo, a ceder al pesimismo. No podía aceptar el destino y creía que era posible una recuperación, siempre que emergiera finalmente una clase dominante responsable y pusiera fin a la espiral de renuncia por la que nuestra nación había estado muriendo durante tantos años.

Renuncia frente a una Alemania mercantilista que se ha vuelto hegemónica en Europa, a costa de una marginación de Francia, una multiplicación de las divisiones continentales y un desmoronamiento sin precedentes de cualquier forma de solidaridad a escala europea.

Renuncia frente al proyecto federalista que conduce a la extinción de los Estados, anula la soberanía popular y perjudica tanto la idea de independencia como los medios por los que realmente se puede ejercer, empezando por la herramienta productiva y el sector nuclear.

La renuncia frente a la ola neoliberal, el pilotaje automático de nuestra política económica y el culto a la competencia, en el origen de una carrera por un fracaso social, fiscal y medioambiental cada vez mayor.

Renuncia ante un nuevo tipo de imperialismo, una economía de depredación basada en la dolarización del mundo, el monopolio de las GAFAM y la extraterritorialidad del derecho estadounidense.

La renuncia, finalmente, frente a los nuevos inquisidores y la importación en Francia de una visión de la sociedad hostil a nuestra Ilustración, a nuestros principios republicanos y a nuestro imaginario cultural, que tan bien había estudiado junto a su amiga Natacha Polony en Líbranos del bien. (Éditions de l’Observatoire, 2018).

Estas renuncias y muchas otras, Jean-Michel las había analizado y refutado con incomparable claridad de parecer, décadas antes de que estuviera de moda, en una época en la que la simple defensa de la soberanía, de la independencia o de la nación convertía a uno en un individuo sospechoso, alguien que debía no debe ponerse en línea. Esforzándose constantemente por actuar como un hombre de pensamiento y pensar como un hombre de acción, demostró la inteligencia, el poder visionario y la cultura más notables. Su desaparición nos priva de un maestro, de una brújula decisiva para hacer nuestro presente más inteligible, para comprender el equilibrio de poder económico y político en funcionamiento y para darle a nuestra nación la dirección que tanto necesita.

Representa también una pérdida dramática para todos los ciudadanos y lectores apegados a una determinada idea del periodismo. A mil kilómetros del pensamiento dominante, del reino de lo efímero y de la ideología que, con el pretexto de la investigación, a algunos les gusta contrabandear, Jean-Michel Quatrepoint tuvo el inmenso mérito, tras la publicación en 2015 de su libro. Alstom, escándalo de Estado, para cofundar y apoyar el Comité Orwell. Como joven estudiante de Sciences Po, tuve la oportunidad de conocerlo a través de esta ambiciosa y estimulante iniciativa, en un momento en el que el pluralismo había perdido su derecho a existir en el espacio mediático.

Su desaparición deja finalmente un inmenso vacío para todos sus compañeros de viaje, en particular para Jean-Pierre Chevènement, a quien había conocido durante una investigación, preludio de muchas batallas futuras, sobre la desaparición del Plan de Cálculo. De este encuentro nació una amistad que nunca flaqueó y que convertiría a Jean-Michel en uno de los colaboradores más habituales e imprescindibles de la Fundación Res Publica. Extrañaremos profundamente sus análisis y su valentía en nuestro trabajo futuro. À l’occasion des vingt ans de la Fondation, un ouvrage collectif était en préparation et Jean-Michel avait d’ores et déjà été pressenti pour rédiger le chapitre sur les modalités du rééquilibrage de la relation franco-allemande, question qui lui était si querida. ¿Quién más podría haberlo hecho con más perspicacia y sutileza que él?

Hay algo terriblemente injusto en que Jean-Michel no pueda completar este proyecto y muchas otras iniciativas que aún tenía en mente. Jean-Michel Quatrepoint ya no existe, pero lo que nos unía, es decir, la aspiración a la recuperación de Francia y la esperanza de una sucesión republicana, permanece más que nunca. Y nos esforzaremos por seguir librando sus batallas, lamentablemente sin él pero a raíz del precioso ejemplo que nos deja.