Siempre hay emoción en el aire el domingo por la tarde en la Semana de la Moda de Milán, en torno a la Fundación Prada. En el pasillo que conduce al recinto ferial de Prada, la marca ha recreado oficinas desinfectadas: mamparas azules, moqueta gris, ordenadores cuyo fondo de pantalla es un simple logotipo de la marca sobre un fondo blanco. Es cuestión de tiempo que los influencers no dejen de fotografiarse allí, antes, sin duda, de publicarlas en sus stories de Instagram con el título “Vuelta al trabajo”… Luego entramos en la sala principal y, allí, la bofetada: bajo un suelo elevado de cristal y metal, un arroyo discurre entre la vegetación otoñal (musgo, hojas muertas, etc.).

Los invitados se sientan en sillas de oficina. “¿Qué significan estas sillas en la naturaleza?”, pregunta uno de ellos. En el podio, el primer chico se acerca con una camisa de banquero amarilla con puños y cuello en contraste, pantalones negros impecablemente cortados y corbata alrededor del cuello. En la cabeza, una especie de gorro de baño rojo (una rareza muy de Prada). Luego vienen los trajes grises y azules ligeramente cuadrados (perfectos), los mismos de tweed tremendamente grueso, jerseys de cuello alto perfectamente austeros combinados con mallas técnicas de colores (púrpura, verde ácido…), gabardinas no abotonadas sino con cremallera, pantalones de franela de un tono confuso. sencillez pero con detalles cuidados, jerséis con hombros ligeramente marcados a modo de chaqueta, abrigos largos de piel de inspiración náutica con botones dorados… Efectivos con la dosis justa de radicalidad y sencillez que te hacen quererlo todo, o casi.

“En cierto modo son arquetipos: el hombre de negocios, el hombre que piensa, el hombre que trabaja”, subraya Raf Simons entre bastidores. Y siempre este paso lateral característico de la casa milanesa, encarnado por estos cinturones desgastados descentrados, estas sudaderas con capucha alrededor de las cuales se envuelven bufandas, estas mezclas de puntos (un cárdigan metido bajo un cuello redondo de otro color). Y, sobre todo, estas increíbles chaquetas de trabajo, ya presentes en la colección femenina presentada el pasado mes de septiembre, aquí presentadas en tweed y combinadas con pantalones a juego, o en blanco, que casi recuerdan a las batas de laboratorio. «Me gusta la idea de que todavía hay temporadas», explica Miuccia Prada entre bastidores. Queríamos hablar de la naturaleza, porque algunos temas son inevitables. Pero la puesta en escena también fue bastante aterradora, amenazadora, con esta naturaleza que no podemos tocar”. La multitud de seguidores de la marca milanesa, más entregada que nunca, aplaudió calurosamente un desfile de notable eficacia.