Alain Delon confiesa que quería «ser el mejor, el más bello, el más fuerte» para las mujeres de su vida, en el prólogo de un libro dedicado a él, que será publicado el 5 de mayo por Éditions de La Martinière y consultado antes -primer lunes por AFP. Ilustrado con fotografías personales nunca antes publicadas, Alain Delon, Amours et Mémoires repasa película por película la infancia y la carrera del actor. “El amor siempre me ha llevado a superarme a mí mismo”, escribe Delon en este libro panegírico de Denitza Bantcheva, autora de una obra de referencia sobre Jean-Pierre Melville, y Liliana Rosca, estrecha colaboradora del actor que recogió testimonios inéditos.
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«Nunca soñé con ser actor. Entré en la profesión y seguí jugando por mujeres y para mujeres”, dice Delon, de 87 años, citando a las actrices Brigitte Auber, Michèle Cordoue, Romy Schneider, Nathalie Delon y Mireille Darc, así como a la madre de sus dos últimos hijos, Rosalie. Van Bremen. «Si hay algo de lo que estoy orgulloso es de mi carrera» que «no habría existido sin los encuentros con los grandes cineastas que me formaron y me sublimaron», estima el que dirigió en particular René Clément, Luchino. Visconti, Jean-Pierre Melville y Joseph Losey.
Jean-François Delon, hermano del actor y asistente de dirección en Borsalino o La Veuve Couderc, relata su infancia y entrega recuerdos de rodaje. Costa-Gravas, para quien Delon es «la bestia del cine francés, insustituible e inimitable», también testifican Sophia Loren, Claudia Cardinale, Jane Birkin y Nathalie Baye. Alain Delon, algunas de cuyas posiciones personales han suscitado polémica, dedica este libro en particular “a los jóvenes y cinéfilos del futuro”. También revela una carta póstuma dirigida a Romy Schneider. También asegura «que nunca ha pasado nada, por sorprendente que parezca», entre Brigitte Bardot y él: «durante 65 años hemos tenido las mejores relaciones de amistad que existen». En un testimonio escrito a mano, Bardot dice de él que es “un dominante, ocultando su vulnerabilidad refugiándose en la soledad”. “Si me tengo que morir mañana, concluye el actor, que Dios lo haga por amor, y parafraseando a Musset, me gustaría que la gente dijera de mí: “Muchas veces sufrió, a veces se equivocó, pero le gustó. Es él quien vivió y no un ser ficticio creado por su orgullo y su hastío”.