Con su sol, su rica cultura y su forma de vida única, España ha atraído a muchos turistas en 2023. Hasta el punto de que el país de Cervantes ha recuperado su dinámica pre-Covid. El año pasado recibió una cifra récord de 85,1 millones de turistas internacionales, un 18,7% más que el año anterior, según cifras del Instituto Nacional de Estadística. Buenas noticias acompañadas de un aumento muy acusado de los ingresos (casi un 25% más en un año, hasta 108,6 mil millones de euros). Suficientes para devolverle una sonrisa a España, donde el turismo contribuye de manera muy significativa a su crecimiento económico.

En este (casi) paisaje idílico ha destacado especialmente un territorio: Cataluña. Paradójicamente, esta región, que desde hace tiempo reivindica su independencia de España, es uno de sus escaparates más bellos. Según los últimos datos oficiales, fue visitada por 21,2 millones de turistas, entre ellos 18 millones internacionales. Está por delante de las imprescindibles Baleares, Canarias y Andalucía. Pero ¿cómo podemos explicar tal éxito? Algunos lo dirán alto y claro: la Costa Brava es uno de los principales activos de Cataluña. Con sus pequeños pueblos costeros, entre ellos el encantador Cadaqués, a menudo se considera una alternativa más barata al sureste de Francia, víctima de un fuerte aumento de los precios en los últimos años.

Y no se trata de descansar en las playas: junto con el Pirineo de Girona, la Costa Brava se ha convertido en un destino de enoturismo gracias a la región vinícola del Empordà. No muy lejos, Barcelona también sigue atrayendo a curiosos de todo el mundo, que vienen a descubrir la mentalidad abierta y el estilo de vida amable de la capital catalana, sin olvidar sus riquezas arquitectónicas, incluida la famosa basílica de la Sagrada Familia. En 2023, la ciudad de Gaudí, todavía tan de moda como siempre, registró incluso un aumento del gasto turístico. Suman 9.600 millones de euros, o el 14,7% en comparación con 2019. Más de 12 millones de personas vinieron a descubrir las joyas de la capital del condado, la gran mayoría de ellos extranjeros. Cifras que la sitúan como la primera ciudad de España por número de pernoctaciones de turistas procedentes de fuera de España.

Y, por supuesto, Cataluña ha inspirado a muchos artistas, como Picasso. También vio nacer a otros genios, entre ellos Miró y Dalí. Ya sea en Figueres, cuna del artista surrealista, en Cadaquès o en Púbol, donde se encuentra el castillo que regaló a su esposa y musa Gala, el “triángulo daliniano” sigue perpetuando la memoria del excéntrico pintor. Y para electrizar a sus seguidores. Estos últimos (especialmente los franceses) podrían ser aún más numerosos en los próximos años, con el aumento de las conexiones ferroviarias entre Francia y España, proporcionadas por SNCF y Renfe, su homóloga española.

El hecho es que esta atracción por la riqueza catalana no deja de tener consecuencias para la región, que está sufriendo todo el peso de los tormentos del turismo de masas. En verano, determinados pueblos se ven invadidos por viajeros, hasta el punto de superar con creces el número de habitantes. La experiencia del descubrimiento puede incluso verse alterada, como en Barcelona, ​​donde las colas pueden apagar el entusiasmo de algunas personas. En algunas zonas de la capital no es tan raro ver pancartas hostiles a los veraneantes. Una señal de que esta popularidad turística no sólo hace feliz a la gente en Cataluña.