¿Permitirá el Estado senegalés, en medio de una revolución con la llegada al poder de líderes que pretenden borrar del pasado, que esto suceda? De hecho, parte del legado de Léopold Sédar Senghor deberá ser dispersado en una subasta este martes en Caen. Están en juego unos 400 lotes de la biblioteca que el maestro poseía en su casa parisina de la plaza de Tocqueville. Hay una gran excitación entre los amigos y admiradores del campeón de la negritud. El boca a boca está en pleno apogeo. En las redes sociales aumentan los llamamientos para pedir la intervención de las autoridades de Dakar. A sus 97 años, Henri Senghor, fiel seguidor de su tío, que representó a su país en los cuatro rincones del planeta durante su carrera diplomática, intenta encontrar soluciones. Al igual que el Círculo Richelieu Senghor y Gérard Bosio, estrecho colaborador del poeta presidente, que hace todo lo posible para mantener la memoria del difunto.

En París, Magatte Seye, el embajador de Senegal, asegura que hizo una propuesta en nombre de su autoridad. Sin embargo, la heredera de Léopold Sédar Senghor insistirá, a toda costa, en proceder a esta venta en subasta. Y esto, como suele ocurrir, para pagar impuestos sobre sucesiones especialmente exorbitantes. Fallecida en 2019, Colette Senghor, la segunda esposa del presidente fallecido en 2001, había legado gran parte de sus bienes a la que fue su dama de honor durante muchos años en Verson, en Normandía. Atrapada por el cuello, ya vendió un cuadro de Soulages que data de 1958. El pasado mes de octubre se disponía a repartir joyas y condecoraciones, incluido el collar de la Orden del Nilo. En el último momento, estas subastas fueron suspendidas por orden de Macky Sall, que acaba de dejar el poder en Dakar a principios de abril. Por 240.000 euros, el Estado senegalés compró el complejo “para preservar el patrimonio nacional”.

¿Podría el valor total de los lotes ofertados este martes -de 20 a 3.000 euros cada uno- alcanzar esa suma? Entre Verson, Dakar y París, Léopold Sédar Senghor poseía varias bibliotecas muy hermosas. Según Gérard Bosio, la colección que ahora está en el centro de la actualidad “incluye numerosas obras raras, encuadernadas por el presidente y firmadas por sus autores”. Entre ellos se encuentran varios ensayos sobre la negritud, en particular el “Discurso sobre el colonialismo” de su viejo amigo Aimé Césaire; libros firmados por escritores africanos o haitianos, incluidos algunos del etnólogo y diplomático Jean Price-Mars; colecciones de poesía francesa, incluida una enviada por Louis Aragon, y otras de autores latinos o británicos. El profesor de gramática francesa Senghor, compañero khâgne de Georges Pompidou en el Lycée Louis-le-Grand, fue un distinguido latinista, pero también traductor de poesía inglesa.

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De aquí al martes, una intervención del nuevo presidente senegalés, Diomaye Faye, tendría importancia política y diplomática. Semejante gesto indicaría que el padre de la nación no es sacrificado en el altar del panafricanismo vengativo; y que el vínculo con Francia –un país que él apreciaba– no esté completamente roto. Como Senghor fue miembro de la Academia francesa, «un gesto de París también sería bienvenido», observa Claude Musavyi, un actor informado de la Francofonía. “La Biblioteca Nacional de Francia podría ser un comprador”, añade Gérard Bosio, que cree sin embargo que esta biblioteca tendría su lugar en el museo Senghor que está diseñando dentro del de las civilizaciones negras, en Dakar.

A pocas horas de que suene el fatídico martillo, comienza la cuenta atrás para que no se dispersen los tesoros del hombre que marcó para siempre la historia de África y el diálogo de las culturas.