En el escenario hay un sillón, un poco de música y sobre todo una actriz. ¡Y qué actriz! Truculento, enérgico, directo y sin modales. ¡Pero cuidado! El tipo de rubia guapa a la que es mejor no codearse. Esta mujer libre y desinhibida de 35 años habla de todo. Pero sobre todo sus carencias. ¡Después de seis meses de escasez, sueña con un hombre guapo, sólido y tremendamente romántico! El cóctel imposible…
Todos lo toman por su rango, los chicos obviamente pero también las feministas de las que se burla Judith. Interpreta a una Marilyn Monroe desgarrada por problemas de identidad: pensó que era Ashkenazi, pero descubre que en realidad no lo es. Judith Margolin en la piel de Mudith Monroevitz* sabe ser mordaz y sin filtros e igual de infinitamente suave, en cuanto escucha la música de Prokofiev, por ejemplo. Se entiende, la actriz no se da por vencida. La escritura es a veces un poco demasiado rápida, al igual que su velocidad. Saltamos de una idea a otra, de un baile a un monólogo. La música se alterna con la voz en off de su abuela, que le recuerda algunas verdades.
Dividida entre la tentación carnal y los preceptos del decoro, ¿será capaz de decidir? La elección es difícil para una mujer complicada. Entonces, haz como Yvonne Printemps frente a Sacha Guitry: di «No, no, no…» mientras piensas «¡Oh sí! ¡Oh sí! ¡Oh sí!» Su decisión lo lleva a la polvorienta sala de estar de un actor secundario, que necesita sacar a pasear a su perro antes de entrar en acción. “Estamos en el glamour y el ridículo”, dijo. El enfrentamiento de los dos es hilarante. Judith es una rubia torbellino a la que hay que seguir pues tiene mil ideas y otras tantas preguntas sobre el eterno sexo femenino y masculino. Es muy divertido.* Todos los lunes a las 21 h, en el Théâtre de la Pépinière, París 2 (01.42.61.44.16).
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