Jeremy Stubbs es presidente de la Asociación de Conservadores Británicos en París y director editorial adjunto de la revista Causeur.
EL FÍGARO. – Al finalizar el fin de semana de Pascua, el Primer Ministro escocés Humza Yousaf –de fe musulmana– invitó a un imán a lanzar un llamado a la oración desde su residencia oficial en Bute House. ¿Cómo ve esta polémica?
Jeremy STUBBS. – Humza Yousaf no es islamista, sino islamoizquierdista. Si este llamado a la oración es un gesto musulmán, la mayoría de sus otros gestos están marcados por el wokismo. Sin embargo, en el corazón del wokismo y del islamoizquierdismo, sabemos que hay –por definición– una contradicción porque los intereses divergen. A los ojos de los islamistas, Humza Yousaf es un “traidor”; que no es suficientemente “pura” y que se compromete con el wokismo. Por ejemplo, sus políticas de género no están en consonancia con el islamismo.
En cuanto al laicismo, no debemos olvidar que es un concepto franco-francés. Sin embargo, Humza Yousaf se vería en dificultades si aumentara sus gestos religiosos. Por tanto, es importante no exagerar esta situación. A las iglesias se les permite desempeñar un papel público en el Reino Unido, algo que se les niega en Francia. Por lo tanto, esto también se aplica a los imanes que pueden utilizar su influencia. Por otra parte, tanto en el Reino Unido como en Francia, existe una especie de desconfianza hacia los gestos musulmanes; Sabemos que los extremistas están trabajando. Extremistas que, para defender su dogma, están dispuestos a ser demasiado radicales… Existe, por tanto, una tendencia a la negatividad.
Pero la llamada a la oración que tuvo lugar en Escocia debe entenderse sobre todo como una forma de “ecumenismo”; su gesto se relaciona con compartir religión más que con demandas islamistas. Además, varios representantes de otras religiones estuvieron presentes en la Casa Bute por invitación de Humza Yousaf.
¿Cuál es el lugar del Islam en este país?
La población musulmana es muy pequeña en Escocia. El último censo de 2011 indicó que el país tenía un 1,4% de musulmanes. Aunque la cifra ha cambiado en los últimos años, la población musulmana sigue siendo minoritaria y por tanto tiene menos influencia en cuanto al electorado. De los 131 parlamentarios del Parlamento escocés, sólo cuatro son musulmanes. Aunque están sobrerrepresentados, forman una minoría y sería ilusorio hablar de un electorado musulmán, a diferencia de Francia, con la estrategia de La France insumisa. En Escocia –como en Europa– es principalmente el electorado de izquierda el que contribuye al ascenso del Islam, aprobando y fomentando este “ecumenismo”.
En Escocia, la izquierda explota la idea de una islamofobia creciente, en nombre de la defensa de todas las minorías. Así, Humza Yousaf adopta este principio al asimilar cualquier crítica a una forma supuestamente encubierta de islamofobia. Por tanto, existe una conexión entre la izquierda y el Islam, que conduce a un verdadero islamoizquierdismo. Además, la islamofobia está incluida en la nueva ley contra los crímenes de odio que acaba de aprobar el Parlamento escocés.
En última instancia, para el Primer Ministro escocés todo es política y oportunismo. Es menos una cuestión de islamismo que de oportunismo, en gran medida alentado y permitido por la izquierda. Hace quince años, aunque pudo haber tenido algunos vínculos con potenciales extremistas, rápidamente se distanció para convertirse en un verdadero político de izquierda, devoto del wokismo.
¿Cómo analiza este vínculo entre la izquierda y el Islam?
Más allá de la ideología victimista en la que se presenta a los musulmanes como víctimas y a la izquierda como defensora de las minorías, ser tolerante con el Islam significa ser verdaderamente progresista y trabajar contra la nación. Porque en este compromiso de la izquierda con respecto al Islam se esconde una idea más profunda. En Occidente hay un resurgimiento de las ideas populistas nacionalistas. La Nación –como concepto– vuelve a estar en primer plano. Y la izquierda no puede soportarlo.
Los políticos están preocupados por la disolución de la Nación, ya sea por el poder de las instituciones supranacionales o por la incapacidad de las Naciones para defender o controlar sus fronteras. Por otro lado, quienes se oponen al populismo son antinacionalistas. Lo que rechazan es la idea de que la Nación pueda tener una base étnica. Este concepto es extremadamente delicado; pero la mano tendida hacia la inmigración musulmana es una manera de decir que no creemos en una base cultural y étnica de la Nación. Entonces no creemos en la Nación.
En Escocia, el partido gobernante, del que proviene el Primer Ministro, es el Partido Nacional Escocés, el principal partido independentista escocés. Pero en realidad, el proyecto nacionalista está bastante vacío… aquí, la palabra «nacional» se refiere sobre todo al orgullo escocés y a una cultura bastante vaga y es, sin duda, la expresión de un deseo sentimental… Están apegados a la historia y la cultura escocesas, pero no existe ningún argumento económico que justifique la independencia escocesa. A partir de entonces, Humza Yousaf coqueteó con esta falta de proyecto a largo plazo y organizó una auténtica táctica de distracción. Además, dijo que “lamentaba” el término “nacional” en el nombre de su partido: y ésta es una táctica despierta, un vocabulario de izquierda, no musulmán. Se centra en todos los problemas tiránicos de la izquierda despierta –problemas ideológicos y sociales, no problemas políticos y económicos– porque no puede hacer mucho más. La noción de Nación se ha diluido así gracias al islamoizquierdismo.
¿Podemos ver detrás de las acciones de estos grupos islamistas una estrategia de influencia en las sociedades occidentales?
En Europa hay una operación de infiltración de extremistas musulmanes. En Escocia esta influencia es menor y sería un error hablar de islamización de este país. Más bien, estamos asistiendo a una “islamoizquierdización” del país.
Pero cuando hablamos del Islam, no debemos categorizar entre “moderados” y “extremistas”. Es necesario calificar más. Humza Yousaf no es ni moderado ni extremista, es ante todo un hombre de izquierda, tanto progresista como oportunista. Destaca su fe musulmana pero esto no es objeto de una reivindicación religiosa o ideológica. Lo que él cree es ante todo el wokismo.