Han pasado varios años desde que algunos de nuestros líderes tomaron conciencia de que estamos en un estado de guerra económica permanente, con nuestros socios políticos o nuestros adversarios diplomáticos, pero otra guerra, menos visible pero igual de violenta, está en pleno apogeo: la guerra de ‘ información.

Esta guerra abarca varios aspectos, desde la difusión de información falsa hasta los ciberataques, pasando por la manipulación de información para el público en general. Es el arma preferida de los países que controlan su información, a diferencia de aquellos donde la expresión es libre (en nuestras democracias), lo que permite enfrentar a los ciudadanos entre sí. Porque cuando la expresión es libre, puede ser manipulada con mayor facilidad.

Las declaraciones del Director General de Seguridad Interior (DGSI) del 2 de febrero de 2023 respaldan el interés de la injerencia extranjera para nuestros territorios. “Algunos países que hemos citado están muy interesados ​​en el nivel territorial, estos funcionarios electos son tomadores de decisiones desde el punto de vista económico y financiero y pueden comprometer una parte de la soberanía, de hecho constituyen objetivos.

Si París y el gobierno no se ocupan de la Provincia, de las ciudades subprefecturales, de los territorios, es Rusia, China… quienes se encargarán de ello. Esta creciente brecha entre París y el resto de Francia genera un fuerte resentimiento, con un sentimiento real de abandono.

La situación objetivamente cada vez más problemática en cuanto al coste de la vida, la vivienda, la energía, el transporte, las normas incalculables que impiden a los alcaldes avanzar. Las normas costarían 4.300 euros por cada francés al año, según el Instituto Económico Molinari. Afectan aún más a las zonas subprefecturales.

Este es un terreno muy fértil para amplificar el divorcio y la desconfianza, como se ha hecho en Estados Unidos. Nuestro desafío para 2027: impedir el surgimiento de un movimiento populista similar a MAGA (“Make America Great Again”) que surfea sobre estos problemas y será apoyado por operaciones de influencia extranjera para crear una ruptura definitiva entre los ciudadanos y sus electos.

Sobre todo, en nuestra sociedad cada vez más fragmentada, donde el poder está perdiendo influencia real, perdido entre una necesidad de comunicación que exigen las redes sociales y canales informativos continuos que se alejan del sentir cotidiano de los franceses (inflación, empobrecimiento de Francia, preocupaciones sobre el acceso). a los servicios públicos) y decisiones a veces incomprendidas o mal explicadas («chalecos amarillos», manifestaciones de agricultores, falta de consulta con los actores locales: alcaldes, PYMES y VSE, ETI (medianas empresas)…), las posibilidades de enfrentamiento nosotros unos contra otros son numerosos.

Recuerda que Facebook tiene más de 3 mil millones de suscriptores en todo el mundo. YouTube tiene 2.500 millones, etc. WhatsApp y TikTok juegan un papel determinante, mucho más significativo que el de los grandes medios de comunicación nacionales, regionales o incluso globales.

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Las ciudades subprefecturales, corazón palpitante de Francia, terminales nerviosas de la República, merecen ser consideradas. Sufren de sentirse relegados, no considerados, por un gobierno y un formato político que se interesa muy poco por los territorios. Este sentimiento de abandono de territorios alimenta el resentimiento y la ira, y es terreno fértil para el populismo; lo vemos claramente, pero también para los actores extranjeros que quieren (y trabajarán) para desestabilizarnos. Hemos recibido algunos disparos de advertencia este año olímpico (¡chinches, entre otros!), pero podría ir mucho más allá.

Los rumores y las manipulaciones son tanto más eficaces en territorios que se sienten abandonados por la República, cuanto que la comunicación política, que se niega a responsabilizarse de los problemas y reconoce los errores, no permite en definitiva hacer diagnósticos adecuados para encontrar soluciones adaptadas. Esto sólo genera desconfianza en nuestros líderes. La crisis del Covid lo ha demostrado sobradamente, donde la procrastinación ha sido una oportunidad para impulsar teorías conspirativas sobre el origen de la enfermedad o la eficacia de las vacunas, una vez más apoyadas por avatares extranjeros.

El contexto actual de guerra de información la convierte en un riesgo máximo para nuestra democracia.

Es al sentirse engañados y abandonados por las élites de Estados Unidos, mientras son manipulados en las redes sociales por diversos actores, todos enemigos de la democracia, que una parte importante de la América rural y de las clases sociales desfavorecidas han caído en la conspiración. Nos espera el mismo camino, pero no es inevitable. Siempre y cuando lo anticipes y trabajes por ello.

Queda mucho por hacer para actuar en esta guerra de la información, pero el primer paso, demasiado a menudo olvidado, sigue siendo tener en cuenta a nuestros conciudadanos: cuanto menos divididos estemos, más difícil será mostrarnos unos a otros. Tomemos en consideración las ciudades y subprefecturas de tamaño mediano. De Bretaña a la Región Sur, de Occitania a Borgoña-Franco Condado, de Numea a Guyana, existe Francia. Ella respira; vive. Merecen ser representados y encarnados, considerados y valorados, para seguir siendo aún más fuertes frente a la agresión externa.

Cómo ? Hablar y ver la verdad entre París y los electos locales: reconocer los problemas, expresarlos con palabras, trabajar con los electos locales para encontrar juntos rápidamente soluciones.

El pueblo francés sabe unirse, lo hemos comprobado recientemente con el homenaje a Robert Badinter; ¡debe hacerse – ahora – para construir el futuro!

Los peticionarios:

Guillaume Sylvestre, investigador asociado, experto en el análisis de la manipulación de la información, Universidad de Angers, tesorero de la asociación Movimiento para el desarrollo de las ciudades subprefecturales; Bernard Liperini, alcalde de Castellane (Alpes de Alta Provenza, 04); Patrick Judalet, alcalde de La Châtre (Indre, 36); Marc Angenault, alcalde de LOCHES (Indre y Loira, 37 años); François Dietsch, alcalde de Val de Briey (Meurthe-et-Moselle, 54); Chantal-Marie Malus, alcaldesa de Château-Chinon (Nièvre, 58); Christophe Rivenq, primer teniente de alcalde de Alès y presidente de Alès agglo; Antoine Schwoerer, ex asesor ministerial y subsecretario de la asociación de subprefecturas del Movimiento para el Desarrollo de las Ciudades; Fabien Verdier, alcalde de Châteaudun (Eure-et-Loir, 28) y presidente de la asociación Movimiento para el desarrollo de las ciudades subprefecturales.