¿Qué objetos de arte africano deben devolverse? ¿Sobre qué base y para quién? Casi seis años después del discurso de Emmanuel Macron en Uagadugú, en el que el presidente abogó por «restituciones», el informe de Jean-Luc Martinez enumera una serie de criterios que pueden enmarcar este movimiento. El texto de 80 páginas, encargado por la Presidencia de la República al expresidente del Louvre, fue entregado este miércoles a la ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, ya la de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna. Pretende ser una herramienta al servicio de una futura ley marco, anunciada por el Gobierno y presentada antes del verano. Se trata de todo el continente africano, y no sólo de las antiguas colonias francesas.

«No se trata de objetivar esta política, mientras se despolitiza el debate», explica Jean-Luc Martinez, hoy embajador encargado de la cooperación internacional en materia de patrimonio -e imputado en el asunto de los certificados falsos de varias antigüedades egipcias adquiridas por Louvre Abu Dabi. Tras viajar a varios estados africanos y realizar decenas de entrevistas, Martínez dice estar convencido de que una ley marco puede hacer posible “salir del arrepentimiento”. Él cree que los países africanos no abordan la restitución del patrimonio desde el punto de vista de la reparación del pasado colonial, sino en nombre del futuro de su juventud.

El informe recomienda partir de una solicitud oficial realizada por un Estado, lo que excluye las realizadas por las comunidades. Si varios Estados reclaman el mismo objeto o la misma serie de objetos, como es el caso del tesoro de Segou, reclamado tanto por Malí como por Senegal, el informe sugiere pasar por un acuerdo tripartito. Una vez realizada la(s) solicitud(es), una comisión científica bilateral examinaría el patrimonio reclamado, tratando de definir si su adquisición fue ilegal o ilegítima. Este último tendría entonces dos años para decidir y luego publicar sus conclusiones.

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Aparte de la restitución formal, como muchos directores de museos africanos, el informe sugiere organizar soluciones de “compartir el patrimonio”. “Los préstamos requieren que los museos contraten un seguro, que es caro, y no se puede depositar un objeto perteneciente a un museo francés durante más de cinco años. Se podrían implementar acuerdos de transferencia, acompañados de obligaciones de retención”, continúa Jean Luc Martinez.

Él cree que una ley marco generaría impulso, pero no “vaciaría los museos franceses”. Estos últimos, incluidos el Quai Branly, el Museo del Ejército o el Museo de Historia Natural, han comenzado a centrarse en sus colecciones africanas y a contratar investigadores de allí. El Quai Branly, que tiene 70.000 objetos de arte africano, está, por ejemplo, en el proceso de tamizar los miles de objetos traídos por la misión Dakar Djibouti en la década de 1930, algunos de los cuales sabemos que fueron donados o vendidos en condiciones cuestionables.

Hasta el momento, unos ocho países han hecho solicitudes oficiales a Francia. Senegal reclama 10.000 objetos, Etiopía 3.000 piezas, Chad 10.000 objetos, Malí 16 piezas y Benin quiere continuar con su solicitud. Madagascar, por su parte, exige la restitución oficial de la corona de la reina Ranavalona III (actualmente cedida por Francia) y Costa de Marfil, la restitución de 148 obras, empezando por el Djidji Ayokwe, tambor parlante del pueblo Ébrié, confiscado en 1916, y actualmente en el Quai Branly. Estas solicitudes a veces se cruzan con otras relativas a restos humanos.

“Más allá de las figuras, son sobre todo los objetos simbólicos o conmemorativos los que están en el centro de atención. Muchos países también buscan completar lo que falta en su colección”, continúa el relator. Rima Abdul Malak afirma, en una entrevista con L’Obs el miércoles, que las restituciones permiten «a ambos lados reconectarse con la historia y consigo mismos, y construir otra relación con el mundo».