Nueva York tembló el viernes 5 de abril. Un terremoto de magnitud 4,7 sacudió el noreste de Estados Unidos. El suelo vibró levemente, objetos se deslizaron de las mesas pero nadie resultó herido. A las 11 de la mañana, un concierto de música clásica de la Filarmónica de Nueva York, dirigido por la reconocida directora estadounidense Karina Canellakis, se vio ligeramente perturbado, no por el terremoto en sí, sino por las alertas transmitidas por los teléfonos durante las próximas horas.
Este concierto, ofrecido con la pianista alemana Alice Sara Ott, se abrió con piezas orquestales de Anton Webern. Muchos teléfonos empezaron entonces a crujir y a vibrar. En un primer momento, Karina Canellakis decidió suspender la actuación. Pero luego de unos minutos de interrupción, la conductora decidió continuar dirigiendo a sus músicos en este recinto del Lincoln Center.
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Al final del Concierto para piano en sol de Maurice Ravel, la pianista Alice Sara Ott habló directamente al público: “Éste es un concierto que todos recordaremos”. Probablemente más por ser su debut con la orquesta que por estos pequeños disturbios.
Estas alertas por SMS, acompañadas de sonidos molestos, se activan incluso si los espectadores se han tomado la molestia de poner sus teléfonos móviles en modo silencioso. Esta función es un modo de seguridad absoluta que va más allá de los filtros habituales. Sabiendo esto, en el intermedio la dirección del Lincoln Center pidió a los espectadores que revisaran sus móviles y sobre todo que bajaran el sonido lo máximo posible.