¿La Torre Eiffel amenazada por falta de mantenimiento? Los sindicatos, que iniciaron una huelga el lunes durante el período de vacaciones escolares, hicieron de este el fuerte argumento para sus reivindicaciones. Según la CGT, la Sociedad Operadora de la Torre Eiffel (Sete) y el ayuntamiento de París, impulsados por una “búsqueda de rentabilidad a toda costa y a corto plazo”, están abandonando el monumento. «Se encuentra en un avanzado estado de deterioro, en términos de óxido», dijo un representante del sindicato en BFM. Según el sindicato, los honorarios pagados por Sete al ayuntamiento, que deberían aumentar a 50 millones de euros al año, no deberían ayudar.
En las redes sociales, las fotografías de las manchas de corrosión publicadas por los visitantes y transmitidas por los activistas de Saccage Paris hablan por sí solas. Emmanuel Grégoire, primer teniente de alcalde de París, puede insistir en que la torre está «en constante renovación», pero nadie sabe qué camino tomar.
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La Torre Eiffel está construida con hierro encharcado, un material cuya longevidad es casi eterna siempre que esté debidamente protegido. Desde el nacimiento de la torre, en 1889, Gustave Eiffel había insistido en este punto. “No podemos creer plenamente en el principio de que la pintura es el elemento esencial en la conservación de una obra de metal y que el cuidado que se le da es la única garantía de su duración”, indicó en su obra La Tour 300 metros. El ingeniero estimó en su momento que las escobillas deberían retirarse cada 7 años.
«Esto se hace desde que en 130 años la Torre Eiffel ha sido repintada 19 veces», subraya el arquitecto jefe encargado del monumento y de su mantenimiento, Pierre-Antoine Gatier. A decir verdad, en la época contemporánea el ritmo se ha ralentizado: la vigésima campaña comenzó 11 años después del lanzamiento de la anterior. Aún no está terminado, ya que se organizó en dos etapas, con el fin de dar un respiro durante los Juegos Olímpicos.
Según Pierre-Antoine Gatier, la vigésima campaña de pintura se retrasó, no por motivos económicos sino técnicos. “Después del período de crisis sanitaria, que perturbó los negocios, nos enfrentamos al problema de la pintura con plomo, cuya gestión, desde el incendio de Notre-Dame de París, está muy vigilada”, testifica el inspector general de monumentos historicos.
La obra, que empleaba a 50 pintores y varias empresas especializadas, también estuvo parada en 2021, durante ocho meses. Es hora de implementar procedimientos (redes de recogida de escamas de pintura, gestión de residuos, ropa de protección, duchas, fragmentación del lugar de trabajo por zonas, etc.). Se trataba de proteger a los visitantes, pero también a los artesanos y a los transeúntes. Estos trámites hicieron que la factura se disparara, inicialmente estimada en 50 millones de euros, y que ahora ronda los 85 millones.
Las empresas ya han abandonado el lugar, aunque la Dama de Hierro sólo está parcialmente repintada para la época de los Juegos Olímpicos. “Como la torre es la imagen de Francia, hemos privilegiado las partes exteriores y, en particular, la que da al Campo de Marte”, explica el arquitecto. Las partes bajo techo se reanudarán después de los Juegos Olímpicos, en 2025 y 2026”. Es en estas zonas donde el óxido es más visible hoy en día. Ella angustia a Pierre-Antoine Gatier, pero no lo alarma. “No es que la pintura se esté desconchando que el monumento se quede sin aliento”, asegura. Y no es por falta de mantenimiento que aparece el óxido, sino por el efecto de la arena, la contaminación, la lluvia y los rayos ultravioleta”. El arquitecto también ha encargado estudios en una de las fachadas: bajo las 19 capas de pintura aplicadas previamente, “el hierro encharcado está en impecables condiciones”, afirma.
Con estas diferentes campañas realizadas desde 1889, el peso de las capas de pintura se estima en 350 toneladas. Es imposible desnudarlo todo, sobre todo porque el monumento permanece abierto los siete días de la semana: «Los seis millones de entradas anuales permiten costear la restauración», indicó La Sete, en marzo de 2023. Por tanto, entendemos que no hay cuestión de cerrar permanentemente las puertas para combatir la oxidación. Nos encontramos pues ante la paradoja de un monumento en obras periódicamente, pero cuya restauración es un comienzo eterno.