Arnaud Gouillon es director de la oficina para la diáspora y los serbios de los Balcanes dentro del gobierno de Serbia.

El 23 de mayo es un día triste para la paz y la reconciliación en los Balcanes. Mientras la guerra vuelve a hacer estragos en Europa del Este, Occidente y sus aliados están reabriendo las heridas del pasado en Bosnia-Herzegovina a través de una controvertida resolución, que se votará el jueves 23 de mayo bajo una fuerte presión política de la asamblea de las Naciones Unidas.

Retrocediendo 29 años, esta resolución sopla sobre los rescoldos aún calientes de la terrible guerra civil en Bosnia-Herzegovina (1992-1995), que dejó casi 100.000 muertos. Al proclamar el 11 de julio como “Día Internacional de Reflexión y Conmemoración del Genocidio de Srebrenica cometido en 1995” y al contar únicamente a las víctimas bosnias, esta resolución ignora deliberadamente a las víctimas serbias asesinadas fríamente en las diversas masacres perpetradas en esta misma región de Srebrenica. Esta resolución presentada ante la ONU por Alemania y Ruanda crea así una jerarquía entre las víctimas y revitaliza el racismo endémico que se creía desaparecido en Europa desde 1945. ¿No merecen todas las familias de víctimas inocentes ser tratadas con la misma compasión? ¿Cómo pudieron los países que apoyaron esta resolución ignorar a las víctimas de la masacre de “Kravica” cometida el día de Navidad de 1993 en esta pequeña aldea de Srebrenica? 80 mujeres, niños y hombres civiles serbios fueron masacrados con cuchillos, muchas personas fueron decapitadas y previamente les arrancaron los ojos.

En Serbia consideramos que toda víctima, cualquiera que sea su origen o religión, merece respeto, ya sea que se llame Marija, Samir o Hrvoje. Consideramos que las 60.000 víctimas bosnias, las 30.000 víctimas serbias y las 8.000 víctimas croatas de esta terrible guerra merecen ser tratadas con el mismo respeto. Al ignorar deliberadamente a las víctimas serbias ortodoxas y croatas católicas, esta resolución reaviva el dolor y alimenta las tensiones entre comunidades. En momentos en que los dirigentes políticos de Sarajevo cuestionan sistemáticamente los acuerdos de Dayton, que sin embargo garantizan la paz y la seguridad para todos en Bosnia, esta resolución refuerza aún más los antagonismos. Es hora de volver a la razón, respetar el derecho internacional y dejar el pasado en el pasado para construir un futuro común. Como recordó el presidente serbio, Aleksandar Vučić, en una declaración reciente, “nuestro deber es permitir que triunfe la paz”. Finalmente.