Patricia Coquatrix era aún una adolescente cuando Bruno Coquatrix, su padre, hizo realidad el sueño de su vida al comprar el Olympia. Construida en 1893 por Joseph Oller y dedicada al espectáculo en vivo, esta sala atravesó tiempos difíciles en los años 30. Se había transformado en cine. Bruno Coquatrix, músico, letrista y director de orquesta, decide reconectarse con la tradición.

El 5 de febrero de 1954, Lucienne Delyle y Aimé Barelli fueron los primeros protagonistas de una velada en la que levantó el telón un principiante que parecía destinado a una gran carrera, Gilbert Bécaud. En la fachada del número 28 del Boulevard des Capucines, su nombre aparecerá 33 veces con letras rojas que han inspirado a varias generaciones de artistas legendarios. A los 12 años, acompañando a su padre que actuaba en una revista en el Théâtre des Capucines, Serge Lama los descubrió en la acera de enfrente. Luego jura que algún día cantará en el Olimpia.

Hasta mediados de los años 1970, Bruno Coquatrix estableció una fórmula que resultaría exitosa: una velada compuesta por un primer telón, con un principiante, luego una estrella inglesa, es decir, un artista que actualmente está por demostrar su valía, una estrella americana, con un nombre ya fuerte, atracciones y, tras el intermedio, un recital de 55 a 70 minutos de Aznavour, Brel, Trenet, Brassens, Johnny Hallyday, Sylvie Vartan, Yves Montand, Michel Sardou y tantos otros. La primera de una serie de representaciones que durarán entre dos y tres semanas es una velada de gala en presencia de todo París, donde es costumbre acudir con esmoquin y vestido largo. Tres horas después, la fiesta termina en el apartamento Coquatrix, en el último piso del edificio, frente a un plato de pasta preparado por el propietario.

La situación financiera no siempre es fácil de gestionar. En varias ocasiones se vuelve crítica. En 1960, la quiebra se evitó gracias a Edith Piaf que, ya enferma, actuó durante tres meses en casas agotadas. La fórmula evolucionó a mediados de los años 1970, con conciertos en dos partes que luego se denominaron recitales.

Tras la muerte de Bruno en 1979, tomó el relevo Paulette, su esposa, que había trabajado en la sombra desde la inauguración. Forma un trío con Jean-Michel Boris, su sobrino y Patricia. La aventura continúa hasta el día en que Société Générale, propietaria del edificio, anuncia su intención de poner fin al contrato de arrendamiento. La movilización de varios miles de artistas en forma de petición salvó el Olimpia. Se llegó a un acuerdo para construir una habitación idéntica a 80 metros de distancia.

En 2001, Jean-Marie Messier, entonces director de Vivendi Universal, sacó su chequera y lo compró todo. Una vez asegurado el cambio de continuidad, los Coquatrix se retiran con el sentimiento de deber cumplido. Paulette desapareció en 2018, Jean-Michel en 2020. Patricia murió el martes 9 de enero en Marrakech, rodeada de su familia y sus animales. Perros que ella acabó prefiriendo a los perros callejeros.