Cada año, el espectáculo sorprende tanto por su belleza como por su intensidad. Entre octubre y marzo, las gigantescas olas de Nazaré, en Portugal, sorprenden a miles de turistas y animan a los surfistas a afrontar todos los riesgos. Algunas olas de Praia do Norte (“Playa Norte”, en portugués) han recibido una publicidad sin precedentes, como la surfeada por el alemán Sebastian Steudtner en 2020, con una altura de 26,2 metros y certificada por el Libro Guinness de los Récords.

Un lugar famoso que sigue siendo peligroso, incluso para los pioneros del surf que vienen a probarlo. En enero de 2023, la leyenda brasileña del surf Marcio Freire murió tras caer mientras practicaba bodyboard en Praia do Norte.

¿Pero qué hay detrás de estas enormes olas? Un fenómeno geológico: el cañón de Nazaré. Se trata de un gouf, es decir, un cañón submarino todavía conectado a la costa. En Francia, el de Capbreton, en las Landas, se basa en el mismo principio. Sin embargo, esta especificidad geológica por sí sola no basta para explicar estas gigantescas olas, algunas de las cuales pueden alcanzar los 30 metros de altura. Explicación con dos científicos de Legos, el Laboratorio de Geofísica y Oceanografía Espacial.

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Si estas marejadas se observan más fácilmente entre octubre y marzo es debido a las tormentas invernales que se producen en el Océano Atlántico Norte, desencadenando elementos de una serie de fenómenos. Al principio, «las tormentas deben avanzar a la velocidad de las olas para que sean lo más grandes posible en alta mar», explica Patrick Marchesiello, investigador-oceanógrafo y director de investigación de Legos, que depende del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD). ).

Posteriormente se producirá un primer fenómeno de amplificación al nivel del propio cañón. “Cuanto más largo sea el oleaje generado a distancia, más sensible será a este relieve submarino”, añade Rafael Almar, también director de investigación del IRD en Legos. El proceso será más eficiente si las olas provienen del noroeste. Esta orientación correcta repercutirá posteriormente en la refracción, lo que da lugar a una curvatura específica de las ondas.

“Si arrojas una piedra al agua, se crea una ola que se aleja del lugar donde arrojaste la piedra. Aquí ocurre el fenómeno opuesto”, explica Patrick Marchesiello. Con la refracción, los rayos convergerán en las bandas del cañón. “Cuando las olas lleguen al fondo del cañón, la velocidad se reducirá. La energía generada por la velocidad se transferirá y manifestará a través de la altura”, subraya Rafael Almar. Por tanto, el oleaje adoptará una curvatura extrema para poder salir del abismo, lo que da lugar a un segundo fenómeno de amplificación. “Se producirán interferencias con las ondas que no han sido refractadas y que siempre proceden del noroeste: se trata de una interferencia constructiva”, continúa Patrick Marchesiello. Todos estos elementos combinados crearán las famosas olas de Nazaré.

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“También hay otra especificidad: la meseta es relativamente estrecha. De hecho, las olas llegan sin disiparse, con mucha energía”, explica Rafael Almar. Y para aquellos que quieran surfear estas extraordinarias olas, se suma otra condición: el viento. «El Grial es tener viento terrestre que sople hacia el mar. Esto crea olas muy bonitas», añade el científico.

Pero ojo, aunque las condiciones meteorológicas sean las adecuadas, el espectáculo nunca está completamente garantizado. Por supuesto, es posible predecir la llegada de estas grandes olas con varios días de antelación. Sin embargo, es difícil saber qué tamaño tendrán exactamente. “A veces predecimos grandes olas y son menos importantes de lo esperado”, advierte Patrick Marchesiello. Una incertidumbre que da todo el encanto a las olas de Nazaré.

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