Nathalie, de 56 años, no esperaba descubrir las dos caras del país durante su viaje al país de los faraones. El sueño y la pesadilla. Todo empezó con diez días de vacaciones ideales en el Alto Egipto (Asuán, Abu Simbel, Karnak, crucero por el Nilo…). Pero la felicidad se convirtió en una prueba muy dolorosa de ocho días en las cárceles de una comisaría de policía de Luxor. El día de la salida, mientras las maletas pasaban por la aduana del aeropuerto de la ciudad con rayos X, Nathalie fue arrestada por posesión y tráfico de antigüedades.
Los dos peritos contactados por la aduana concluyeron, tras algunas dudas, que no se trataba de una copia; tiene, según ellos, 4500 años. El día anterior, este abogado de cincuenta años compró una estatuilla en una galería de arte del hotel Winter Palace. Negoció un precio de 250 euros con su amiga y otros dos franceses que compraban ejemplares de hipopótamos u otros animales. “Me atrajo mucho este objeto, una pequeña figura vestida con un taparrabos, sentada, con las manos en las rodillas, no tenía idea de que no me traería suerte”, nos dijo.
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La policía sospecha de ella por tráfico de antigüedades y comienza la espiral. Es trasladada a la comisaría de la ciudad. Su abogado designado por el tribunal le explica que se la presume culpable y se disculpa con la policía. “Fue muy difícil ver hasta qué punto él no defendía mis intereses”, resume Nathalie, que poco a poco va conociendo el sistema judicial local. Pasa la noche sentada junto a cuarenta personas en una habitación de 10 m2.
Jean-François Rial, director general de Voyageurs du Monde, su operador, conoce muy bien el país. Él le consigue una celda a solas donde, al menos, puede leer. “En treinta años de presencia en Egipto, nunca hemos tenido que lidiar con este tipo de casos, tenemos una muy buena red y esto nos ayudó a mejorar las condiciones de detención de Nathalie en los días siguientes, pero fue muy difícil Agilizar los trámites, porque la seguridad del Estado, que se había hecho cargo del expediente”, nos dijo.
Es sorprendente que un viajero sea tan maltratado, sobre una base tan frágil, cuando el turismo sigue siendo uno de los últimos recursos económicos del país. La lista de los problemas de Egipto en este momento es larga: escasez de trigo debido a la guerra en Ucrania, desafío humanitario debido a la tragedia en Gaza, reducción del paso de los transportistas por el Canal de Suez debido a los ataques de los rebeldes hutíes en el Mar Rojo. y disminución del número de turistas. “La seguridad del Estado es indiferente a este tipo de consideraciones económicas, hace lo que quiere y ni siquiera Abdel Fattah al-Sissi (el presidente egipcio) tiene control sobre ellas”, descifra Jean-François Rial.
Sin embargo, las autoridades egipcias llevan mucho tiempo interesadas en las redes de tráfico de antigüedades. “Se toman este tema muy en serio”, afirma. Dos días después, Nathalie compareció ante un juez francófono, en un ambiente menos tenso. Para demostrar que la estatuilla es una copia, el galerista dio la dirección del taller de fabricación donde podemos ver los mismos modelos alineados. El juez reconoce la buena fe del demandado. Declara paralizado el proceso. Pero ella no tiene acceso a la sentencia, y no sabrá si se trata de un despido formal. Su esperanza de ser liberada rápidamente choca con la seguridad del Estado, que no lo ve así. Fue necesaria la intervención del flamante embajador de Francia en El Cairo, Éric Chevallier, que llamó directamente al jefe de seguridad. Finalmente la suben a un avión a París. “Por lo que tengo entendido, tengo prohibida la entrada al país de por vida”, señala Nathalie.
El abogado no piensa quedarse ahí. Le gustaría tomar medidas para que el Estado egipcio levante la prohibición y reconozca el sobreseimiento del caso. ¿Quizás ella misma podría recuperar la estatuilla confiscada? No es ganar. “Fuera de los países de la Unión Europea, esta historia puede ocurrir en cualquier lugar, incluidos Estados Unidos o Japón”, observa Rial. Cuando se trata de Egipto, el mensaje es claro: es mejor no comprar nada.
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