Se baja el telón, vendedores y clientes llorando. Hace casi un año que las principales marcas francesas de prêt-à-porter se deshacen de sus puntos de venta, arrastradas por una crisis a la que no ven salida. Después de la liquidación de Camaïeu, anunciada a finales de septiembre de 2022, y luego de la suspensión de pagos de Kookaï, Go Sport y André el pasado invierno, es el turno de que algunas tiendas Naf Naf cierren sus puertas. En suspensión de pagos desde septiembre, la marca insignia de los años 90 no tuvo más remedio que sacrificar 17 de sus tiendas con la esperanza de volver a la normalidad. “Por mucho que lo esperemos, cuando sucede es desgarrador”, confiesa Sarah, todavía conmovida. Esta responsable de tienda parisina dio la bienvenida a sus últimos clientes el pasado sábado. “La dirección nos explicó que se trataba de puntos de venta que no contribuían a la facturación de la empresa y que era imposible renegociar los alquileres”, relata amargamente.

En el otro extremo de Francia, Monia también se prepara para un cierre permanente. Su tienda, situada en un pequeño centro comercial de Niza, cerrará dentro de unos meses, el 31 de enero. “La gran sorpresa es que hemos tenido unos meses de respiro”, sonríe con tristeza. La treintañera lo admite de buena gana: esta tienda, de la que tomó las riendas hace poco más de un año, nunca ha batido récords de ventas. “Está ubicado al final del centro comercial, rodeado de ópticas y tiendas de telefonía, no es ideal para vender ropa…”, suspira. La inflación finalmente le ha dado el golpe final. Desde julio, la asistencia ha ido en caída libre. “Los clientes se fueron y nunca volvieron”, resume. Tampoco más recibos de dos dígitos. “El poder adquisitivo ha disminuido en los últimos meses, lo que se ha traducido en una caída drástica de la cesta media”, explica Monia.

En contacto directo con el “campo”, los gerentes de tienda se han formado sus propias ideas sobre el declive de la marca. «Creo que la dirección tomó malas decisiones estratégicas», comienza Sarah. Trabajadora de Naf Naf desde hace trece años y representante sindical, siguió la empresa en sus vaivenes: primero en el grupo Vivarte, luego en el consorcio chino La Chapelle y, finalmente, en la cartera de la empresa turca Sy Corporate. «Perdimos muchos clientes tras la adquisición por parte de SY, debido a la nueva línea adoptada por la dirección», opina. El ex directivo resume esta nueva línea en pocas palabras: mayores precios, menor calidad. “Todo lo que no deberías hacer, en definitiva”, exclama. Ciertamente, para seguir siendo competitiva, la marca ha tenido la idea de incrementar las promociones en los últimos años. “Pero tampoco era la idea del siglo”, chilla a su vez Monia. “La dirección quería complacer a los clientes a toda costa, incluso si eso significaba poner en dificultades nuestro flujo de caja”, afirma el gerente de Niza.

Lea también: Camaïeu, Pimkie, Burton… La interminable caída del telón de las marcas de prêt-à-porter

Los dos directivos coinciden en un punto: el césped no es más verde en otros lugares. Saben que la crisis que afronta el prêt-à-porter francés es estructural. “Los patrones de consumo han cambiado radicalmente”, subraya Sarah. “Cuando comencé, el prêt-à-porter de gama media era un segmento muy dinámico, hoy es todo lo contrario”, suspira. “Comencé en la profesión hace veinte años, cuando Internet no existía. Las compras se hacían en las tiendas”, recuerda Monia. Para este cuarentón no hay duda: es el comercio online el que ha vaciado las tiendas. “La caída se aceleró cuando llegaron Asos y SheIn, las fechas coinciden”, exclama. Según ella, el sector está viviendo su canto de cisne. “Me temo mucho que dentro de 10 o 20 años no habrá ni una sola tienda de prêt-à-porter femenino en el centro de la ciudad…”, suspira.

Quizás no sea necesario esperar tanto. Burton, Jennyfer, Pimkie… Ya no podemos contar las marcas que están, como Naf Naf, en la cuerda floja. “Mi temor es que acabemos liquidados, como Camaïeu. Por eso estoy a favor del traspaso”, defiende Sarah. Un nuevo comprador, por tanto. “Sé que ésta no es la solución milagrosa y que también habrá algún daño, pero al menos la marca durará…”. Porque Sarah está convencida de que “el plan de recuperación de SY Corporate no se sostiene”. «¿Cómo se quiere transformar una empresa de este tamaño manteniendo sólo 20 empleados en la sede?», pregunta. También está indignada por los retrasos en el pago de los salarios, mientras que muchos de los empleados aún no han recibido su salario del mes pasado. “El pago de salarios es la prioridad en caso de recuperación judicial. Lo que estamos viviendo en Naf Naf es inaudito…”, irrumpe el ex directivo parisino.

Para Sarah y Monia, que pronto serán despedidas por la marca, está pasando una página. Lejos de Naf Naf… y lejos del prêt-à-porter. “Aunque le he dedicado diez años de mi vida, este campo ya no me interesa en absoluto”, asegura Sarah, que ya prepara su reconversión profesional. “Me encantó el contacto con los clientes, pero la situación económica es demasiado difícil”, dice Monia con el corazón apesadumbrado. Más que las bajas ventas, son los reveses de la marca los que han marcado a la marca de treinta años. “Pasar por una administración judicial es difícil para usted y es difícil para su equipo. No quiero vivir una segunda”, murmura resignada a continuar sus aventuras en otro sector profesional.