Una medida excepcional. El Ministro del Interior y Territorios de Ultramar, Gérald Darmanin, anunció este domingo 11 de febrero, a su llegada al archipiélago francés, “el fin de los derechos territoriales en Mayotte”. Esta “medida radical” será posible gracias a una “revisión constitucional que elegirá el Presidente de la República”, precisó el inquilino de la plaza Beauvau. Antes de decidir: “Por lo tanto, ya no será posible convertirse en francés si no eres hijo de un padre francés”. El objetivo es “cortar el atractivo que tiene el archipiélago de Mahorais”.

¿Pero es posible? “Sí”, deciden por unanimidad los constitucionalistas entrevistados por Le Figaro. “En teoría, si se revisa la Constitución, se puede incluir todo en ella, porque ésta se considera “la norma por encima de la jerarquía de las normas nacionales””, explica inmediatamente el profesor de derecho público Benjamín Morel.

Pero ¿por qué recurrir a este enfoque cuando la isla del Océano Índico ya tiene un estatus especial? “De hecho, ya hemos señalado a Mayotte, como departamento, a través del artículo 73 de la Constitución que establece que “si las leyes y reglamentos son automáticamente aplicables allí, estas disposiciones podrán ser objeto de adaptaciones teniendo en cuenta las características y limitaciones particulares de estas comunidades”. La singularidad de Mahor se debe, en particular, a su proximidad a las Comoras, situadas a unos 70 kilómetros del archipiélago y de donde procede una importante cantidad de inmigración ilegal. En Mayotte, uno de cada dos habitantes es extranjero.

Desde la Ley de Asilo e Inmigración de 2018, la legislación sobre tierras ya está limitada en el 101.º departamento francés. En concreto, se exige a los niños nacidos en Mayotte de padres extranjeros que al menos uno de sus dos progenitores haya residido, en el día del nacimiento, en territorio francés durante más de tres meses y de forma regular. Esta disposición particular no es válida en ningún otro lugar. “Por tanto, el archipiélago ya dispone de un régimen especial con una aplicación única de la ley en materia de inmigración”, explica el especialista Benjamín Morel.

“Por tanto, podemos intentar ir más allá adaptando la ley. Pero el Consejo Constitucional podría impedirlo, porque en última instancia será este último el que fijará los límites. La pregunta entonces es: ¿en qué momento salimos del artículo 73 de la Constitución?”, vuelve a preguntar el constitucionalista. Porque “eliminando los derechos sobre la tierra en Mayotte, iríamos muy lejos en la cuestión de adaptar las leyes en las comunidades locales”, insiste un académico experto en cuestiones de asilo e inmigración. “Y el Consejo Constitucional podría considerar que esto va en contra del principio de unidad del Estado”.

La voluntad del Ejecutivo de pasar por una revisión constitucional podría, pues, nacer de su convicción de haber “ya llegado lejos en términos de tergiversación de la ley”, analiza Benjamín Morel. Y esto permitiría “asegurar” el régimen particular del archipiélago.

Las revisiones constitucionales, sin embargo, requieren un procedimiento largo porque deben presentarse a la Asamblea y al Senado antes de ser votadas por 3/5 del Congreso. “En la configuración actual del Parlamento, la votación de esta revisión no parece sencilla”, sostiene el constitucionalista.

Antes de advertir: “Y si se incluye esta excepción mahorense en la Constitución, se la está singularizando estructuralmente”, advierte Benjamín Morel. “Porque, cuando señalamos a las comunidades en la Constitución, las señalamos en función de su grado de autonomía (según sean COM, DROM o comunidades de derecho consuetudinario)”.

Sin embargo, el ejecutivo quiere destacar el caso Mahorais “para prever la atenuación de los derechos de los individuos en el territorio”, detalla el profesor de derecho público. “Por lo tanto, incluiríamos una mención “barroca”, si no “extraña”, en la Constitución, porque allí se mencionaría a Mayotte sólo para restringir ciertos derechos. Y esto último no afectaría a los derechos de las comunidades sino a los derechos de los individuos”, pregunta Benjamín Morel.

Sobre todo porque la eficacia de una medida de este tipo “está lejos de ser obvia”, advierte el académico. “La ley del suelo en realidad no tiene nada que ver con los problemas de Mayotte”, afirma, detallando: “Los inmigrantes que vienen de las Comoras son los primeros debido a la diferencia en el nivel de vida entre los dos archipiélagos. Se trata de ingresos, con brechas de 1 de cada 10, pero también de la presencia de centros de maternidad y escuelas.

Según el experto, Mayotte es, por tanto, una importante tierra de inmigración porque parece “El Dorado”. “Y no porque ofrezca la nacionalidad a los inmigrantes, lo cual, por otra parte, no es automático” [para obtener la nacionalidad francesa a los 18 años cuando uno ha nacido en Francia de padres extranjeros, la norma del derecho común estipula que ‘hay que haber vivido al menos cinco años en el país desde los 11 años, nota del editor]. Además, “la ley de 2018, ya restrictiva, no tuvo ningún efecto sobre el atractivo del archipiélago y dificultó la obtención de la nacionalidad”, subraya el experto, calificando este anuncio de un verdadero “trapo rojo”.