Desde hace varios días, los voluntarios que recorren la costa trabajan en un recuento macabro: el de las aves marinas varadas en las playas de la costa atlántica. Las víctimas son principalmente araos, un ave blanca y negra que anida en los salientes rocosos de las costas y recorre alta mar para alimentarse. También hay pingüinos y distintas especies de gaviotas. Todas son aves marinas, normalmente presentes en las costas”, señala Loïc Palumbo, epidemiólogo veterinario de la Oficina Francesa de Biodiversidad (OFB).
Desde principios de año, se han encontrado más de 400 animales a lo largo de las costas francesas, desde los Pirineos Atlánticos hasta Bretaña, 150 de ellos el pasado fin de semana, según la Liga para la Protección de las Aves (LPO). Por su parte, la OFB, que cuenta con una red de agentes formados para detectar casos de mortalidad entre aves y mamíferos en Francia (SAGIR), no dispone actualmente de una evaluación nacional precisa de los informes.
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La mayoría de las aves encontradas ya están muertas. Algunos, muy debilitados y apáticos, pudieron sin embargo ser atendidos en los centros de atención de ONG como LPO o Sea Shepherd. Cada vez son los mismos síntomas, explica Guillaume Le Hétet, de la LPO: “hipotermia y delgadez extrema. Las aves cuidadosas pesan una media de 600 gramos, mientras que en buenas condiciones de salud su peso medio alcanza los 900 gramos”. La OFB, que practica las autopsias a los cadáveres en un laboratorio de análisis departamental, confirma la delgadez de los animales, cuyo sistema digestivo está vacío. «Los elementos de los que disponemos actualmente nos apuntan a una muerte por agotamiento», declara Loïc Palumbo, añadiendo que «las aves analizadas no presentaban signos de traumatismo».
Tras los análisis, la OFB descartó la gripe aviar. Para el veterinario de la agencia, “la sucesión de tormentas (especialmente en noviembre y diciembre de 2023)” parece la hipótesis más “probable”, porque estos fenómenos climáticos agotan al animal cuando va en busca de alimento y luego tienden a traer los cuerpos de regreso a las playas. «No sabemos exactamente cuál es el mecanismo que está en el origen de estas mortalidades en caso de tormentas repetidas», continúa. Pero una de las hipótesis es que las aves, cuando se enfrentan a una sucesión de episodios climáticos extremos muy juntos, se agotan luchando contra el viento y las corrientes sin poder recuperarse entre dos tormentas. Este fenómeno puede verse agravado por la menor accesibilidad a los recursos alimentarios, ya que los peces se dispersan durante estas tormentas. También nos recuerda que las aves reportadas probablemente sólo constituyan “la parte visible del iceberg”, ya que la mayoría muere en el mar sin llegar a las playas.
Ya el año pasado, después de las tormentas, se registraron numerosos varamientos, en particular de alcatraces y gaviotas sabinas. Y hace diez años, más de 43.000 aves marinas fueron encontradas muertas o muy debilitadas en la costa atlántica francesa, principalmente frailecillos y araos.
Por tanto, el actual episodio de mortalidad es “anormal” pero “no excepcional”, observa Guillaume Le Hétet. Y «no tenemos datos suficientes para determinar si la frecuencia de estos fenómenos es mayor en los últimos años que en el pasado», considera Loïc Palumbo. Si bien la OFB favorece la trayectoria de «una sucesión de tormentas», el veterinario señala no obstante que «otros factores ambientales también podrían estar implicados y deben ser objeto de investigaciones, como la escasez de presas, la causa climática, etc.».
Los expertos señalan que si se descubre un ave muerta, los caminantes no deben tocarla para evitar cualquier riesgo de transmisión de enfermedades. Si aún está vivo, la OFB recomienda contactar con el centro asistencial más cercano que podrá informarle sobre el procedimiento a seguir. “Es recomendable no acercarse al ave, no manipularla y esperar a que personal capacitado se ocupe de ella”, añade la Oficina. Por su parte, la LPO enumera en su página web las precauciones a tomar. Guillaume Le Hétet, que coordina una red de voluntarios (LIFE SeaBiL) encargada de controlar los varamientos marinos en toda la costa atlántica del sur de Europa, pide que se notifiquen a través de la aplicación móvil de la OACI, para ayudar a controlar a gran escala la mortalidad de estas aves marinas.