“Escribir sobre ella nunca fue una forma de limpiar sus costumbres, sino, tal vez, de hacerla humana”: una primera novela imagina la vida de la “Tondue de Chartres”, inmortalizada por una famosa foto roja por haber colaborado con el Alemanes. No sabes nada de mí (JC Lattès), de Julie Héraclès, ha conmovido a críticos y libreros desde su estreno a finales de agosto y ya ha ganado el premio a la mejor primera novela de la temporada literaria. Muestra del entusiasmo que suscita, los derechos de una adaptación cinematográfica fueron adquiridos incluso antes de su estreno en las librerías. «Es increíble», confiesa encantada esta novelista, que empezó su carrera a los 44 años.

Al principio, una foto que da la vuelta al mundo. La tomada por Robert Capa el 16 de agosto de 1944 en Chartres, que hoy se ha convertido en un símbolo de la Purga, una venganza salvaje perpetrada contra quienes, durante la Ocupación, habían colaborado real o supuestamente con las fuerzas de ocupación.

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En el centro de la foto, una mujer, afeitada y marcada con una plancha candente, con su bebé en brazos, abucheada por la multitud. Bautizada la “Tondue de Chartres”, su nombre es Simone Touseau. Es con esta foto – que Julie Héraclès envió con su manuscrito y que ahora adorna el libro – que su editora, Constance Trapenard, descubrió este texto. “Sorpresa”, “asombro” y la impresión de descubrir “una voz singular” son los primeros sentimientos que la atraviesan, revela de nuevo Constance Trapenard. “Conozco esta foto desde siempre. La había estudiado en el instituto, la había visto en la ciudad… ella nunca me abandonó”, explica hoy Julie Héraclès, que creció y vive en Chartres. Sin embargo, la idea de dedicarle una novela no se le ocurrió inmediatamente al novelista, impulsado por “el deseo de escribir una novela que transcurriera bajo la ocupación”. En 2019, cuando puso sus maletas a miles de kilómetros de distancia, en la isla de Reunión, escuchó un «clic, una obviedad». “Por casualidad encontré la foto de Capa. Allí me digo que tengo mi primera novela”, recuerda.

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Si recuerda que la primera emoción que la atravesó cuando descubrió la foto, años antes, fue “compasión”, sabe que Simone Touseau “no era sólo una víctima” sino una “pronazi que tenía, entre otras cosas, trabajaba para el ocupante». Desde el principio, el novelista se enfrenta a un dilema. ¿Cómo se cuenta una historia que los historiadores no han logrado reconstruir por completo? A través de la ficción y el imaginario, asegura Julie Héraclès. Escrito en primera persona del singular, en un lenguaje popular y anclado en la Francia de los años 40, el lector se transporta a la psique de Simone Touseau. Excepto que Simone de Julie Héraclès tiene un apellido diferente. La razón ? “Para mí lo más importante fue tratar de entender cómo una joven de este entorno y de esta época pudo cambiar y convertirse en colaboradora. Hacerla hablar en primera persona logra ese objetivo”, explica. Así, Julie Héraclès imaginó casi todo: el sentimiento de degradación, la primera relación romántica que sale mal, un aborto… También imagina para él una amiga judía – calificando a Simone Touseau de fundamentalmente antisemita – o incluso un acto de valentía donde ayuda a un luchador de la resistencia. ¿Incluso si eso significa hacerla simpática, como escriben algunos críticos? “Escribir sobre ella nunca ha sido una forma de exculparla, sino, quizás, de hacerla humana, terriblemente humana en su complejidad”, argumenta. Antes de concluir: “Sí, la humanicé, ella no es ni sólo una víctima, ni sólo esta culpable. Creé áreas de luz y áreas de sombra sin tener tesis que defender”.