Pasada por la Berlinale, el Festival de Cine de Venecia o, recientemente, el Festival de Cine de Cannes, el director turco Emin Alper cree que un nuevo mandato del presidente Recep Tayyip Erdogan sería «un desastre total». «Para la cultura, para la educación, para la prensa libre, sería un completo desastre» si las elecciones presidenciales y legislativas del 14 de mayo no condujeran a una victoria de la oposición, dijo a la AFP, antes del comunicado en Francia el 14 de mayo. Miércoles de su última película, Burning Days.
Este largometraje, presentado en la sección Un cierta mirada del pasado Festival de Cannes, es una fábula trágica en un pueblo de Capadocia, que denuncia con transparencia la corrupción y el autoritarismo. “La idea era hacer una película sobre la situación política reciente en Turquía”, explica el director. “Quería mostrar el sentimiento que hemos tenido en los últimos años, este sentimiento de estar aislados y desesperados frente a un gobierno corrupto y autoritario”. “No es solo un problema en Turquía, sino en todo el mundo, el ascenso de estos regímenes autoritarios y la era de la posverdad”, continúa.
La película cuenta la historia de un joven fiscal destinado a un pueblo remoto, donde es el único que todavía cree en la ley y la justicia. En plena ola de calor, el agua ha desaparecido del pueblo y el paisaje está salpicado de gigantescos cráteres debido al agotamiento de las napas freáticas: los recursos han sido saqueados por los notables, engrasando la pata de las autoridades y manipulando los población.
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La trama se convertirá en un thriller cuando el juez se vea implicado a su pesar en un caso de violación, que deberá investigar. “Creé un pueblo que es como un microcosmos del país”, continúa el director, quien explica que quería “ser testigo de un momento de la Historia” en su película, que toma prestado del western y del thriller.
La atracción sugerida en la película entre el fiscal y un periodista la hace «intolerable en Turquía» y rodarla «fue bastante arriesgado», dice. El Ministerio de Cultura decidió a posteriori retirar su financiación pública “pero les volvió como un boomerang”, prosigue el cineasta: “la gente reaccionó yendo a ver la película, comprando entradas. Hoy tenemos más de 250 000 admisiones en Turquía, ¡lo cual es genial!”.