Unas 2.000 personas, principalmente de la comunidad tibetana de Francia, se reunieron el domingo en París para denunciar la visita del presidente chino a Francia, un «país de derechos humanos» que acoge a «un dictador», constataron periodistas de la AFP.

«Detener la amenaza contra Taiwán, detener la represión en Hong Kong, detener el apoyo a Putin, detener la interferencia en Francia», exigieron en una gran pancarta desplegada en la Place de la République, un lugar tradicional de manifestación en la capital francesa. “Dictador Xi Jinping, se le acabó el tiempo”, “no al totalitarismo chino”, indicaban también carteles que portaban tibetanos procedentes de Francia o de países europeos como Bélgica.

Cientos de manifestantes enarbolaron la bandera tibetana. En numerosas ocasiones, la multitud coreó “Francia, país de derechos humanos”, “Viva el Tíbet libre” o incluso “Tíbet libre”.

Xi Jinping «es un dictador» que quiere acabar con la tradición y la cultura tibetanas, afirmó a la AFP Karma Thinlay, presidente de la comunidad tibetana en Francia, cuando el líder chino acababa de llegar a París el domingo por la tarde para una visita de dos días. En China “no hay libertad de expresión, no hay libertad”, lamentó. «Francia es un país de derechos humanos y libertad, esto no es compatible con su llegada a Francia».

El presidente francés, Emmanuel Macron, pretende defender la “reciprocidad” comercial y la búsqueda de una solución a la guerra en Ucrania frente al presidente chino, que sigue mostrando su apoyo a Rusia. «Hay más en la vida que sólo la economía», afirmó Karma Thinlay, esperando que el presidente francés aproveche esta «oportunidad» para hablar sobre la situación en el Tíbet con el fin de encontrar «una solución pacífica».

A lo largo de los siglos, el Tíbet ha alternado períodos de independencia y control por parte de China. Pekín tomó las riendas, tras una intervención del Ejército Popular de Liberación en octubre de 1950. El Dalai Lama, en el exilio, siempre se ha negado a reconocer que el Tíbet era históricamente parte de China, como pedía Pekín, que lo ha utilizado para negarse al diálogo. con sus representantes desde 2010.