La aurora boreal se considera uno de los fenómenos naturales más bellos del mundo, pero mucha gente no sabe cómo se produce.
Estas impresionantes luces aparecen tanto en el hemisferio norte como “Aurora boreal” como en el hemisferio sur como “Aurora australis”. Aparecen principalmente en las regiones polares, pero también en otros planetas y, a veces, incluso en Alemania.
Los vientos solares, que están compuestos de plasma, es decir, principalmente iones y electrones, son responsables de la formación de la aurora boreal. El sol distribuye aproximadamente un millón de toneladas de plasma por segundo por todo nuestro sistema solar y llega a la Tierra al cabo de dos días.
Allí el viento solar choca contra el campo magnético del planeta y lo comprime un poco, pero no logra llegar a la atmósfera.
En cambio, las partículas migran a lo largo de las líneas del campo magnético terrestre hacia los círculos polares, ya que allí las líneas son perpendiculares a la superficie de la Tierra. Allí, los átomos divididos del plasma logran penetrar en la atmósfera, donde se encuentran con los átomos de oxígeno y nitrógeno de nuestro aire.
Cuando los átomos chocan, aumentan los niveles de energía de los átomos de oxígeno y nitrógeno. Esto significa que las partículas tienen más energía de la necesaria. Este exceso de energía se libera en forma de luz.
Dependiendo de la fuerza de los vientos solares, las luces aparecen en diferentes formas. Según la clasificación de Vallance-Jones, pueden ser, por ejemplo, coronas (rayos en forma de anillo), cortinas, arcos o cintas.
Una aurora puede adquirir diferentes colores, dependiendo de la altitud a la que se formó y del átomo afectado al que incide el plasma.
Los átomos de oxígeno, excitados a una altitud de 100 kilómetros, emiten luz verde y son mejor visibles por el ojo humano.
Los átomos de oxígeno que chocan contra el plasma a una altura de 200 kilómetros emiten luz roja. Este es el caso, por ejemplo, de Europa, incluida Alemania.
Los átomos de nitrógeno, por el contrario, son muy difíciles de excitar con el plasma. Los fenómenos luminosos azules o violetas que surgen de esta conexión son, por tanto, bastante raros.